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Excavaciones arqueológicas inéditas sobre el campo de exterminio nazi de Treblinka están revelando fosas comunes, así como la primera evidencia tangible de que en este lugar hubo cámaras de gas, donde cientos de miles de personas fueron asesinadas. La investigación revela que los nazis no eran tan buenos cubriendo sus crímenes como pensaban. Aunque destruyeron el campo en 1943, las paredes de ladrillo y los restos de las cámaras de gas permanecieron, de la misma forma que una enorme cantidad de huesos humanos.
Entre todas las atrocidades que cometió el Tercer Reich de Hitler, Treblinka está entre las más incomprensibles. Los historiadores han llegado a estimar que alrededor de 900 mil judíos fueron privados de la vida en este campo de concentración y exterminio en Polonia, apenas en 16 meses.
Los nazis empezaron a trasladar a los judíos, la mayoría provenientes de Varsovia y Radom, a Treblinka en el mes de julio de 1942. Existían dos campos. Treblinka I era un campo de trabajo forzado, donde los prisioneros fabricaban gravilla para el esfuerzo de guerra nazi. A unos dos kilómetros de distancia se situaba Treblinka II, un campo de exterminó abominablemente eficiente.
Los prisioneros eran enviados a Treblinka II en trenes, engañados bajo la mentira de que hacían una última parada antes de ser enviados a su nueva vida en Europa Oriental. El engaño estaba muy bien elaborado: instalaron una estación falsa en un lugar remoto, que incluía una caseta para comprar boletos y un reloj.
“También había una gran orquesta cerca de la recepción del campo, comandada por un famoso compositor de la época, Artur Gold”, dijo la líder del proyecto de excavación, Caroline Sturdy Colls, una arqueóloga forense que normalmente trabaja con la policía para localizar a víctimas de asesinatos recientes.
Gold, un violinista judío de Varsovia, era mantenido con vida en Treblinka tanto para entretener a los guardias nazis como para dirigir la orquesta. Murió en el campo en 1943.
Una ejecución horrenda.
Los judíos deportados eran separados en dos grupos, uno conformado por hombres y el otro por mujeres y niños, y había que despedirse. Tras entregar sus pertenencias de valor y documentos, las víctimas eran conducidas a las cámaras de gas. En cuestión de 20 minutos, alrededor de 5,000 personas morían envenenadas por monóxido de carbono.
Al principio los cadáveres eran sepultados en fosas comunes; sin embargo, entre 1942 y 1943, trabajadores esclavos judíos fueron obligados a reabrir las fosas y a cremar los cuerpos en hogueras enormes.
Desafortunadamente, como los nazis destruyeron los campos de exterminio de Treblinka en 1943, restó muy poca evidencia física del genocidio. Lo que se llegó a saber de este lugar provenía de confesiones y descripciones de testigos oculares de pocos sobrevivientes, la mayoría de los cuales nunca pasó por una cámara de gas.
Pero, como arqueología, Colls sabía que “el paisaje nunca podría ser higienizado de esa forma”. Es decir, las pruebas de las atrocidades cometidas en ese lugar deberían estar presentes.
Fosas comunes.
Colls inició a trabajar en Treblinka como si fuera un sitio arqueológico en 2007, usando métodos no invasivos, como levantamientos geofísicos e inspección visual. En seguida hizo un levantamiento LiDAR. Al digitalizar el suelo, los arqueólogos pueden detectar depresiones y montículos que indican estructuras hechas por el hombre. “Eso reveló la presencia de varias fosas comunes desconocidas”, dijo Colls.
Las sospechas de entierros masivos estaban en Treblinka I. La historia del campo de trabajo es menos conocida que la historia del campo de exterminio, ahora marcado por un memorial. Pero el campo de trabajo no fue menos brutal. La más grande de estas fosas comunes tenía 19.2 por 17.6 metros.
Cuando el equipo inició las excavaciones para confirmar los resultados del LiDAR, descubrieron zapatos, municiones y huesos – incluso huesos con marcas de corte, lo que sugiere que las víctimas fueron apuñaladas o agredidas.
Después de cavar sobre tres fosas de prueba pequeñas para confirmar cada fosa común, Colls y su equipo sepultaron nuevamente los restos mortales. La ley rabínica judía prohíbe que una tumba sea perturbada, por eso, el objetivo jamás fue desenterrar los cuerpos. Pero poner esos huesos de vuelta en la tumba fue emocionalmente difícil para los investigadores.
“Para mí, parece que el holocausto sucedió ayer”, dijo Colls en una entrevista en 2014.
Cámaras de gas.
Las cámaras de gas fueron el tema de la segunda excavación del equipo. Existían dos conjuntos de cámaras edificadas en Treblinka, el primero con una capacidad para 600 personas, y el segundo para 5 mil.
Se hicieron cuatro excavaciones en Treblinka II. Dos revelaron un diente de tiburón fosilizado y arena. Evidentemente, los nazis vertieron arena de una cantera cercana para disfrazar el suelo.
Sin embargo, en las dos últimas, se encontró una pared de ladrillos y los cimientos. Las cámaras de gas eran los únicos edificios de ladrillo en el campo. Las excavaciones mostraron aún los azulejos de color naranja que coincidan con las descripciones de los testigos oculares sobre el lugar. Cada azulejo estaba marcado con una estrella de David.
“El campo de Treblinka nunca había sido inspeccionado desde el periodo posterior a la guerra”, dijo Colls. “Todo mundo había asumido que lo habían destruido”. Por su puesto, las excavaciones demostraron lo contrario.
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