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Desde sus inicios, la ciencia ficción se ha nutrido activamente de la ingeniería con autores y artistas fascinados que imaginan estructuras enormes y fantásticas en las profundidades del espacio. A continuación te presentamos diez de estas ideas, desde estructuras increíblemente grandes hasta las increíblemente exorbitantes.
1 – Toro de Stanford.
Es el primero y más pequeño de los varios hábitats espaciales en forma de anillo que acompañan esta lista. Se ideó originalmente en 1975 durante un evento de dos meses y medio sobre diseño de sistemas e ingeniería llevado a cabo en la Universidad de Stanford y en el Centro de Investigación Ames de la NASA. Es un toroide con 1,800 metros de diámetro, que giraría una vez por minuto para ofrecer a sus 10 mil habitantes 1g de gravedad.
Un anillo interno se conecta al anillo exterior a través de una serie de puentes que asemejan a los rayos de una rueda de bicicleta, este anillo interno es responsable por ofrecer una determinada cantidad de luz solar a través de un sistema de espejos, que llevan luz hasta la estación.
El toro que pudimos ver en la película Elysium (2013), es parecido al toro de Stanford: presentaba los dos anillos y los rayos de rueda, pero en un formato mucho más grande con aproximadamente 40 km de diámetro, pudiendo albergar a 10 millones de los ciudadanos más pudientes de la apocalíptica Tierra. Contrario al toro de Stanford, no es un anillo cerrado pues la parte superior está abierta al espacio, esto gracias a que la rotación y las paredes de la estación mantienen una atmósfera en la estructura.
2 – Elevador espacial.
Esta estructura se anunció como una forma permanente y barata de abrir el acceso al espacio. Propiamente dicho es un elevador espacial con un cable anclado que sube hasta la órbita terrestre baja, posibilitando el transporte de seres humanos y carga al espacio.
Lo concibieron inicialmente en 1895 y, aunque no lo creas, es la estructura más “fácil y barata” de construir en esta lista, que además cuenta numerosos estudios sobre viabilidad. Es un hecho que una construcción de esta envergadura exigiría materiales excepcionalmente resistentes.
Otra visión sobre este mismo concepto es un Anillo Orbital, ideado por Nikola Tesla en 1870, que sería una enorme estructura que circundaría nuestro planeta, con amarras fijas a la superficie terrestre que también servirían como canales de transporte.
Toda vez que estructuras de este tipo serían increíblemente útiles para llegar al espacio, suelen aparecer en la ciencia ficción repetidas veces, como en la novela “2312” de Kim Stanley Robinson, en las obras de Alastair Reynolds “Blue Remembered Earth” y “Ciudad abismo”, en “Las fuentes del paraíso” de Arthur C. Clarke, y en producciones como la serie Star Trek: Voyager y la película Halo 4: Forward Unto Dawn.
3 – Isla III.
En 1976, Gerard K. O’Neil publicó un libro titulado “Ciudades del Espacio” donde mostraba su preocupación ante la posibilidad de que los seres humanos sobre-poblaran la Tierra, y buscó alternativas. Observó que para lograr una sustentabilidad de largo plazo, un hábitat espacial tendría que ser autosuficiente, es decir, producir su propio alimento y contar con una atmósfera propia. Su solución pasó a ser conocida como “cilindro de O’Neill”.
Estas “islas en el espacio”, como las refería O’Neil, serían vastas: 3.2 kilómetros de radio y 32 km de largo que resultarían en unos 800 km2, espacio suficiente como para albergar a un millón de personas, eso en las más pequeñas. Las más grandes “tendrían alrededor de 12 kilómetros de radio, 120 km de largo y un área total de tierra de más de 11 mil km2 – aproximadamente la mitad de la superficie de Suiza”.
Estos cilindros estarían totalmente cerrados, y girarían para proporcionar una gravedad equivalente a la de la Tierra, pudiendo configurarse para ejecutar simulaciones de las horas del día. Una versión mucho más grande sería Topopolis, lo suficientemente masiva como para ser construida alrededor de una estrella.
Existen algunos ejemplos notables en la ciencia ficción: por ejemplo, la estación Babylon 5 de la serie homónima, y otra que aparece en la película Interestelar, de Christopher Nolan.
4 – Esfera de Bernal.
Formalmente presentada por primera vez en el año de 1929 por John Desmond Bernal, una esfera de Bernal consiste esencialmente de un recinto lleno de aire que gira para proporcionar gravedad a sus habitantes en el ecuador. La idea original consiste en una esfera de 8 kilómetros de radio, con espacio suficiente para albergar entre 20 mil y 30 mil personas.
Hay muchos ejemplos de su implementación en la ciencia ficción, en Mass Effect tenemos la Estación Gagarin, así como el terrarium de Kim Stanley Robinson en “2312”, que no es más que un asteroide hueco con espacios instalados en el interior.
5 – Globus Cassus.
En 2004 Christian Waldvogel, un arquitecto y artista oriundo de Suiza, propuso esta utópica estructura en un libro de diseño. Estrictamente dicho, Globus Cassus es un icosaedro geodésico comprimido con un par de aberturas para permitir el paso de la luz. Con sus 85,000 km de diámetro, incorporaría toda la materia de la Tierra y la transformaría, de adentro hacia afuera, en una concha gigantesca, con un espacio habitable en su interior.
6 – Estrella de la Muerte.
La Estrella de la Muerte posiblemente sea la más famosa megaestructura de la ciencia ficción. Concebida como un arma para la intimidación, se encargó de mantener a los súbditos del Imperio fieles, bajo la amenaza de una destrucción planetaria.
Las Estrellas de la Muerte del Imperio galáctico tenían al menos 120 (Star Wars: Episodio IV – Una Nueva Esperanza) y 160 (Star Wars: Episodio VI – El retorno del Jedi) kilómetros de diámetro (casi el tamaño de Epimeteo, una de las lunas de Saturno), y albergaban a más de 1.7 millones de personas necesarias para su operación.
Más tarde, un nuevo régimen autoritario resucitaría el concepto con la Base Starkiller, pero sería construida en un planeta helado en el fondo de las regiones desconocidas de la galaxia.
7 – El disco de Alderson.
El disco de Alderson es otra estructura con forma de anillo, cuya peculiaridad es parecerse a un CD con un Sol en el centro. Este disco fue una propuesta de Dan Alderson, un fanático de la ciencia ficción y responsable por el desarrollo del software para las naves Voyager 1 y 2.
Una pared se encargaría de proteger la parte interior del disco, asegurando la atmósfera en la estructura. La estructura mantendría una zona habitable constante, donde los seres humanos serían capaces de habitar la pista central: las áreas más cercanas al Sol serían extremadamente calientes, mientras que las más alejadas serían extremadamente frías. Autores de ciencia ficción, como Larry Niven, señalaron que la vida podría evolucionar en formas extrañas, propagándose en diversas áreas del disco.
Estas estructuras, provenientes de los fanáticos de la ciencia ficción, solo aparecen en unas cuantas historias, notablemente en los cómics de Ultraverse y en la novela “Missile Gap” de Charles Stross.
8 – Ringworld.
Ringworld es una estructura icónica de la ciencia ficción que apareció en la novela homónima de Larry Niven. Es gigantesca: 1,000 millones de kilómetros de circunferencia, 1’600,000 kilómetros de ancho y una Unidad Astronómica en rayos, proporcionando una cantidad inimaginable de espacio vital para la civilización. La gravedad generada por la rotación de la estructura mantendría a sus ciudadanos y atmósferas sobre la firme base interna del anillo, mientras que los ciclos del día y la noche serían generados por cuadrados que orbitan sobre la superficie.
Contrario al toro de Stanford, en el diseño del ringworld predomina un solo anillo, en ocasiones en torno a una fuente de energía en el centro.
El ringworld de Niven ha servido como fuente de inspiración para otras creaciones: la ciencia ficción aplicada en Halo presenta una serie de ringworlds, cada uno con aproximadamente 10 mil kilómetros de diámetro, y muchas veces orbitando otro planeta. Iain M. Banks también dispuso de estas estructuras en la serie de novelas “Culture”: orbitando estrellas y con alrededor de 3 millones de kilómetros de diámetro, son un poco más pequeñas que la original, pero ofrecen espacio de sobra.
9 – Esfera de Dyson.
Además de un ringworld, la Esfera de Dyson es una de las clases más populares de hipotéticas megaestructuras espaciales. Presentada originalmente por Olaf Stapledon en su novela “The Star Maker” y retomada por Freeman Dyson en 1960, una esfera de Dyson es una estructura colosal construida alrededor de una estrella, dirigida a recolectar la producción energética total del astro.
A medida que una civilización crece y se vuelve tecnológicamente más avanzada, sus necesidades energéticas se incrementan. Dyson observó que este concepto no requiere necesariamente que una estrella sea completamente cerrada: existen otras variaciones, como la burbuja de Dyson, con numerosos objetos alrededor de la estrella para recolectar su energía.
Otra estructura teórica, un Cerebro Matrioska, trabajaría al interior de la Esfera de Dyson: un sistema computacional enorme que funcionaría en base a la energía de la estrella, aplicándola a través de múltiples capas.
Las esferas de Dyson son muy comunes en la ciencia ficción, particularmente en Star Trek: La nueva generación y en algunas novelas de Star Trek, así como en “Star Maker” de Olaph Stapledon, “Spinneret” de Timothy Zahn, en obras de Stephen Baxter, David Brin, Alastair Reynolds, entre otros.
10 – Propulsor Shkadov.
El primero en proponerlo fue el Dr. Leonid Mikhailovich Shkadov durante el XXXII Congreso de la Federación Internacional Astronómica, en Brighton, Reino Unido, que se celebró durante el mes de octubre de 1987. El propulsor Shkadov es un motor estelar que utiliza energía de una estrella para la propulsión.
La estructura sería una vela solar masiva que direccionaría la energía y radiación al exterior de una estrella, lo que arrastraría a la estrella y sus planetas en determinada dirección. El sistema de distribución tiene parecido con la Esfera de Dyson, y cualquiera que pretenda mover su sistema de estrellas tendría que trabajar en escalas de tiempo increíblemente extensas: miles de millones de años.
La novela “Star Maker” de Olaf Stapledon, hace una alusión a los motores estelares, mientras que en Ringworld, de Larry Niven, los Puppeteers se embarcan en un gran proyecto para mover cinco planetas lejos del centro galáctico. Io9
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