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Marcel Petiot fue un asesino en serie recordado en la historia con múltiples sobrenombres, entre los más famosos están “Doctor Satanás”, “Hombre lobo de París” y “Ogro demoniaco”. Sin embargo, su verdadero nombre fue Marcel Andre Henri Felix Petiot y su vida terminó cuando le cortaron la cabeza como castigo por haber asesinado a veintiséis personas (se sospecha que tuvo en su haber decenas de crímenes más).
Nació en la ciudad de Auxerre, Francia, en el año de 1897. La mayoría de los informes provenientes de la época apuntan a que la infancia de Petiot pasó entre delincuencia juvenil y crímenes menores. La primera vez que le diagnosticaron enfermedad mental fue en el año de 1914, a los 17 años de edad.
Dos años después, el joven francés se ofreció como voluntario para incorporarse a las filas del ejército francés en la Gran Guerra. Tras ser herido en batalla, Petiot fue enviado a una casa de descanso donde lo detuvieron y apresaron por haber hurtado diversos suministros de morfina. Le diagnosticaron un segundo padecimiento mental y, a pesar de esto, regresó a la guerra en 1918. No mucho tiempo después de su reubicación, se dice que Petiot se hirió un pie a propósito con una granada. Un tercer diagnóstico de inestabilidad mental provocó que fuera dado de baja con una pensión por invalidez.
Pese a todos esos diagnósticos sobre su deteriorada condición mental, Petiot logró matricularse en un programa de educación médica acelerado tras la guerra. Completó sus estudios en un periodo de ocho meses mientras era interno es un hospital psiquiátrico en Évreux y en 1921 le entregaron su diploma de medicina. Parecía que este nuevo estatus obedecía a su interés por delinquir. Algunas fuentes creen que Petiot se valió del diploma para obtener narcóticos adictivos para uso personal y también para distribuirlos entre sus pacientes. Llegó a realizar abortos ilegales y hurtó dinero de la tesorería de la ciudad.
En el año de 1926, Petiot tuvo una relación con Louise Delaveau, la hija de uno de sus pacientes. Delaveau desapareció poco tiempo después de iniciada la relación. Petiot nunca fue acusado formalmente de la desaparición, pero muchos creen que fue su primera víctima. Los vecinos afirmaron haber visto a Petiot cargar algo sospechoso en su automóvil en la época en que la dama se esfumó.
Ese mismo año, Petiot se interesó por la política. Se apuntó como candidato a la alcaldía de Villeneuve-sur-Yonne y ganó las elecciones. Una vez más exploraría su posición de poder para beneficio propio. Esta vez desviando fondos de la ciudad.
En 1927, Petiot se casó con la hija de un acaudalado ganadero local con quien procreó un hijo al año siguiente. Sin embargo, sus acciones oscuras en la alcaldía generaron varios informes que terminaron con su suspensión y después con la renuncia a su cargo de prefecto en 1931. Y como siempre sucede en la política, en 1932 se las arregló para conseguir un asiento en el Departamento de Consejo de Yonne, que perdió tras unos meses por haber sido sorprendido robándose la energía eléctrica.
Con su carrera política destruida, Petiot se mudó a París donde falsificó credenciales médicas para presentarse como un médico realizado y de renombre. El cuento funcionó tan bien que varios pacientes elogiaban su trabajo y en 1936 obtuvo el permiso para emitir certificados de defunción.
Los rumores sobre abortos ilegales reaparecieron; sin embargo, fue el ascenso de la Alemania nazi y la ocupación alemana de Francia en 1940 lo que desató en Petiot una ira mortal que le valió todos sus apodos.
El monstruo se quita la máscara en la guerra.
Según un informe elaborado por él mismo, Petiot colaboró con la Resistencia Francesa durante la ocupación. Plantó trampas, desarrolló formas de matar sin dejar rastros forenses y se reunió con altos cargos aliados. Aunque gran parte de estas afirmaciones no tienen fundamento alguno.
Bajo el nombre clave de Dr. Eugene, Petiot les dijo a los combatientes de la Resistencia Francesa, a los refugiados judíos y a otros individuos que pretendían escapar de la guerra que él podría burlar los bloqueos alemanes, sacarlos de Europa con seguridad y encaminarlos a Argentina por un costo de 25 mil francos. El gran problema es que todo era mentira.
Petiot engañó a estas personas diciéndoles que necesitaban ser inoculados, es decir, recibir una vacuna para poder ingresar a Argentina. La inyección contenía cianuro, y una vez que moría la víctima el criminal robaba sus pertenencias y arrojaba su cadáver al río Sena, lo enterraba con cal virgen o bien lo quemaba en su horno.
En marzo de 1944, los vecinos se quejaron de un hedor que provenía de la calle Le Sueur, y de la cantidad de humo tóxico que salía de una chimenea. Se llamó a las autoridades y cuando inspeccionaron el local, encontraron los restos de numerosas víctimas, incluidos restos humeantes en la chimenea.
Prisión y muerte.
Petiot logró evadir la justicia durante un corto periodo de tiempo, dejándose la barba para disimular. Lo capturaron el mes de octubre de 1945 y lo retuvieron bajo sospecha de asesinato. Su juicio inició el mes de marzo de 1946 entre un circo mediático armado por la prensa.
Siempre recalcando su inocencia, argumentaba que solo había asesinado a soldados alemanes y agentes dobles como parte de su colaboración con la Resistencia.
Sin embargo, las autoridades no pudieron encontrar relación alguna entre Petiot y la Resistencia Francesa. Todo lo que Petiot afirmaba como hazañas para la Resistencia Francesa no pasaban de cosas producto de su imaginación. Cosas que jamás sucedieron.
A Marcel Petiot lo encontraron culpable por el homicidio de 26 personas y se estima que la cantidad de dinero que hurtó de sus víctimas asciende a los 200 millones de francos. También se cree que pudo haber asesinado a un total de 60 personas en esa época.
El 25 de mayo de 1946, Petiot cumplió su sentencia de muerte siendo decapitado en la guillotina.
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