Los desplazamientos de grandes grupos de animales están basados en el instinto, mismo que se adquiere a través del aprendizaje y adaptación al hábitat, consecuencia de millones de años de evolución. El comportamiento grupal tiene como objetivo incrementar la posibilidad de subsistencia individual: buscar comida y refugio se vuelve más sencillo, se optimizan las funciones locomotoras y hace más fácil un eventual escape ante un depredador.
Cuando hablamos de reaccionar frente a una amenaza, esta “conciencia colectiva” se puede apreciar como un efecto dominó: cuando un elemento del grupo percibe el peligro emprende la huida, lo que provoca que los demás lo sigan. Después de un instante todo el grupo está huyendo, aunque solo un elemento haya detectado al depredador.
Evidentemente, en ocasiones surgen problemas en los grupos: mientras que unos quieren descansar, otros quieren comer y otros seguir andando. Pero la biología sugiere que estos desfases suelen ser temporales, existiendo una sincronía en el comportamiento del grupo la mayor parte del tiempo.
Los pájaros en V.
Varios tipos de aves migratorias suelen desplazarse en una formación en “V”, relevándose la posición del líder. Como sucede con los gansos y los cisnes. La formación no es por casualidad, esta dispersión permite que el individuo que va a la cabeza “rompa” el aire, haciéndolo momentáneamente menos denso para los que van atrás.
Además, el desplazamiento de aire que genera hace que sus compañeros aleteen menos. Como se requiere menos esfuerzo, el grupo que va tras el líder incluso puede disminuir su ritmo cardiaco. Volando en V, tres pájaros son suficientes para generar un grupo que se ahorra hasta un 40% de gasto energético. Una técnica similar usan los ciclistas profesionales que corren en grupo.
Los vecinos de al lado.
En las bandadas, los pájaros coordinan velocidad y dirección solamente con sus vecinos más próximos. Estos animales se comunican con sus compañeros del entorno, produciendo una alineación sucesiva que orienta a todo el grupo hacia un mismo objetivo. Por ejemplo, las palomas vuelan mejor en grupo, pues al compartir sus estimaciones individuales de ruta poco precisas logran ajustar y elegir el trayecto más fácil.
Mamá elefanta.
Las manadas de elefantes están compuestas por entre 10 y 30 individuos, y a la cabeza del grupo suele ir la hembra más experimentada. El grupo camina atrás de la matriarca, que es responsable por buscar el mejor lugar para pastar o protegerse.
Y todos la obedecen, con excepción de los machos adultos. Cuando los elefantes machos llegan a los 12 años de edad, “abandonan a mamá” y se van a organizar su propio “Club macho alfa”. En este club el que manda es el elefante más viejo o el más fuerte.
Choque de cabezas.
¿Has notado que algunas abejas melíferas parecen chocar unas contra otras? Cuando las “exploradoras” descubren una nueva ubicación para instalar la colmena se lo comunican a sus compañeras con un vuelo bastante sinuoso, casi como una danza. Pero, si una rival tiene otra ubicación y desea proponerla, golpea su cabeza contra la otra abeja para interrumpirla. Al final la colonia se las arregla para llegar a un consenso.
Acércate, pero no tanto.
Los modelos matemáticos sugieren que existen tres reglas universales en las agrupaciones animales: a) desplazarse en la misma dirección que sus vecinos, 2) mantenerse cerca de ellos y 3) no posicionarse muy cerca a los compañeros.
Por ejemplo, en la Universidad de Princeton concluyeron que los saltamontes se muerden cuando se aproximan demasiado. Algunos incluso llegan a ser devorados. Es decir, un enjambre de estos animales solo funciona gracias a la existencia de una fuerza que los une, pero también esta fuerza es un poco caníbal.
El estudio matemático de nubes de insectos inspiró la creación de sistemas de inteligencia artificial conocidos como “inteligencia de enjambre”.
La unión hace la fuerza.
Para nadar en cardúmenes sin golpearse unos contra otros, los peces se valen de la visión, la audición y la línea lateral, un órgano sensorial capaz de detectar las más mínimas variaciones en la presión del agua.
Así es como saben dónde se encuentran sus vecinos y si deben girar, voltear o descender. Y, si los individuos se acercan demasiado, se repelen, precisamente para evitar un tropiezo.
El más próximo.
Científicos de España y de los Estados Unidos elaboraron un programa de computadora que simula las estrategias de caza de los lobos para una sola presa. Existen dos reglas esenciales: primero, desplazarse lo más cerca que se pueda de la presa y segundo, apartarse en caso de que haya lobos aún más cerca de ella.
Trabajando en conjunto, la manada asegura comida para sus cachorros – que son responsabilidad de todos los que integran la manada.
Fuente consultada: Collective Animal Behavior, David Sumpter.
El artículo ¿Cómo se desplazan los grandes grupos de animales? fue publicado en Marcianos.
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