Después de más de un cuarto de siglo buscando, neurocientíficos en el Reino Unido hicieron público el primer caso de un ser humano en que existe un tipo de célula cono extra, lo que oficialmente convierte a esta mujer en la primera tetracrómata identificada en la historia.
Según las estimaciones realizadas, la dama es capaz de ver impresionantes 99 millones de colores más que el resto de los simples mortales. También se cree que hay más personas alrededor del mundo con esta condición.
Tricrómata vs Tetracrómata.
La gran mayoría de los seres humanos somos tricrómatas, eso significa que poseemos tres tipos de célula cono en nuestra retina. Se estima que cada tipo de cono es capaz de distinguir alrededor de 100 tonalidades. Después de los cálculos, tenemos que un ser humano promedio es capaz de distinguir alrededor de 1 millón de colores diferentes.
Un caso especial y común son las personas daltónicas, cuya cantidad de células cono funcionales asciende a solo dos, y que solo están capacitados para distinguir unos 10,000 tonos. Entre los mamíferos (por ejemplo, perros y platirrinos), el dicromatismo es un condición bastante común.
Pero existe una doctora en el norte del Inglaterra que posee cuatro tipos de células cono, por lo que el número de colores que es capaz de distinguir asciende a los 100 millones, colores que ninguno de nosotros jamás imaginó existieran.
Los “falsos” tetracrómatas.
Bajo el nombre clave cDa29, el grupo de científicos identificó el caso de esta mujer hace un par de años, y esto tras una búsqueda de más de un cuarto de siglo. La existencia de los tetracrómatas fue originalmente postulada por el científico holandés H.L de Vries, que descubrió un hecho interesante sobre los seres humanos con daltonismo.
En 1948 postuló que los daltónicos poseen solamente dos conos normales y un cono mutante que tiene menos sensibilidad a la luz verde o roja, pero sus hijas tienen un cono mutante y tres conos normales. En otras palabras, las mujeres de su familia poseían cuatro tipos de conos, pese a que solamente tres funcionaban con eficiencia.
Este descubrimiento no llamó mucho la atención en la época, pero a finales de la década de 1980 un científico llamado John Mollon, de la Universidad de Cambridge, decidió iniciar la búsqueda de mujeres con cuatro conos funcionales.
Según los cálculos de Mollon, al menos 12% de la población femenina debería ser tetracrómata, pero en las pruebas de laboratorio estas mujeres podían percibir la misma cantidad de colores que el resto. Es decir, solo había tres conos efectivos, y no eran tetracrómata reales.
En búsqueda de una tetracrómata.
En el año 2007, la neurocientífica Gabriele Jordan, de la Universidad Newcastle, en el Reino Unido, decidió hacer una prueba diferente para encontrar a las tetracrómatas. Eligió a un grupo de 25 mujeres que tenían un cuarto tipo de cono, y las instaló en una habitación oscura. Allí un equipo mostraba tres circunferencias de luz a las damas.
Para un tricrómata común, estas circunferencias deberían parecer exactamente iguales, pero según la hipótesis de Jordan, una verdadera tetracrómata sería capaz de notar las diferencias. Afortunadamente una de las mujeres de la muestra, la cDa29, logró diferenciar los colores en los círculos todas las veces.
Entonces, si las hijas de los hombres daltónicos poseen cuatro conos, ¿por qué solo han encontrado a una tetracrómata? Una de las peculiaridades del estudio es que los científicos limitaron la búsqueda al Reino Unido. Otro problema aún más grande es que la mayoría de los verdaderos tetracrómatas nunca requiere emplear su cuarto cono, por lo que nunca llegan a enterarse de su visión especial.
“La mayoría de las cosas con color están hechas por personas que intentan crear colores que funcionan para los tricrómatas.”, dice Jai Neitz, un investigador de la Universidad de Washington no relacionado con la investigación. “Quizá todo el entorno está afinado para el mundo de los tricrómatas”.
En resumidas cuentas, los colores que empleamos están tan limitados que el cuarto cono de los tetrácromatas nunca es puesto a trabajar.
La investigación todavía no pasa por revisión y tampoco ha sido publicada, y Jordan sigue buscando tetracrómatas. El experimento aún debe ser replicado y verificado, pero se espera que ayude a los científicos a desarrollar mejores sensores, y también a entender cómo funciona la visión.
Aunque, desafortunadamente, jamás seremos capaces de comprender exactamente como luce el mundo en el cerebro de sujetos como cDa29.
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