Las fallas en la realidad son episodios que no se pueden explicar desde la lógica de la persona que los vive. Son experiencias que tuercen el tiempo, la realidad y hasta las leyes físicas, sugiriendo que algo salió mal en el algoritmo que procesa la realidad o en nuestro cerebro. Aquí tienen la cuarta entrega de estos relatos.
Cumpleaños sorpresa.
En mi cumpleaños 12 o 13, mis padres planeaban una fiesta sorpresa mientras yo veía la televisión en su recamara (era una televisión a color antigua de esas que no tenían control remoto y que integraban un disco que había que girar para pasar entre los canales). Mamá estaba al teléfono hablando con mi tía (que la ayudaba con la fiesta).
En determinado momento, el programa que estaba viendo salió del aire y quedó la estática con el típico granulado gris que aparece cuando la señal se va. Sin embargo, empezó a escucharse audio en la televisión, era la conversación entre mi madre y su hermana (era un teléfono fijo cableado, sin antena). Las dos platicaban sobre los preparativos de mi fiesta. Yo empecé a gritar de felicidad por la noticia de la fiesta y mis padres fueron hasta la habitación para comprobar que la conversación realmente se estaba escuchando en la televisión.
La muerte que nunca sucedió.
Estaba en casa leyendo un libro cuando mi padre se apareció en la sala diciendo que saldría para platicar con mi tía sobre la muerte de mi abuelo que había fallecido en el hospital, que aún estaban planeando la forma en que se lo comunicarían a mi abuela. Después de ese día nadie más habló sobre el incidente.
Algunos días después la abuela vino a casa, y después que se fue les dije a mis padres que se podría haber quedado más tiempo con nosotros, pero mamá me respondió que no podía estar mucho tiempo fuera pues tenía que hacerse cargo del abuelo. Cuando pregunté por lo que había pasado unos días antes, nadie supo explicarme.
Algunos días después, en mi cumpleaños, fuimos a casa de la abuela y adivinen: allí estaba mi abuelo aún con vida.
El perro de la vecina.
Cierta vez fui a provincia a visitar a mi abuela y jugué con un perro extremadamente dócil que se comportaba como si me conociera. Le pregunté a mi prima de quién era aquel perro y me dijo que pertenecía a una niña que era vecina en el barrio.
Después de algunos meses regresé al mismo lugar con las mismas personas y pregunté sobre el perro. Nadie recordaba al perro del que yo hablaba, y me dijeron que aquella niña vecina de mi abuela nunca había tenido un perro. Hasta el día de hoy no sé lo que pasó. Era un perro grande parecido a un pastor alemán que se llamaba Mio. Pero para mis otros familiares, incluso la prima a quien pregunté, ese perro nunca existió.
El mismo día dos veces.
Soy operadora en una empresa de telemarketing y recuerdo un día en que fui a trabajar como de costumbre, era viernes y estaba ansiosa por irme a descansar. Recuerdo perfectamente a todos los clientes con los que hablé ese día, pero el viaje de vuelta a casa no es más que un flash en mi memoria. No recuerdo haber dejado mi lugar de trabajo, solo recuerdo haber llegado a casa e irme a dormir.
Desperté con mi madre diciéndome que se me hacía tarde para ir a trabajar, quedé confundida creí que me había dormido todo el día y estaba convencida de que era sábado. Sin embargo, cuando miré el celular ahí mismo indicaba que era viernes a las 6:00 de la mañana. Y quedé más confundida aun cuando le pregunté a mi madre y me confirmó que era viernes. No sé si soñé o tuve una premonición, pero fue como si hubiera vivido el mismo día dos veces.
El mismo sueño.
Hace algunos días fui a casa de mi novio y tenía la visita de unos amigos, había un chico (muy lindo) que me miró toda la noche. Después de regresar a casa fui a dormir, ya eran casi las cuatro de la mañana, pero desperté llorando al poco tiempo pues había soñado que mi novio me había traicionado en una “fiesta” como la que habíamos hecho.
Quedé bastante decaída pues el sueño pareció muy real, entonces le mandé un mensaje a él: “tuve un sueño muy malo, estoy llorando bastante”, pero no entré en detalles. En la mañana desperté con un mensaje de mi novio: “buen día, tuve un sueño muy malo también. Soñé que tuvimos una reunión como la de ayer aquí en mi casa y me traicionabas”.
Me quedé extrañada y le llamé, le conté mi sueño, y de broma le pregunté si al menos el chico estaba guapo, me dijo que era el mismo que había estado en su casa el día anterior, pero antes de decir quién era yo pensé “el rubio de ojos claros”. Precisamente era él, y aun estoy confundida sobre todo esto, es demasiada coincidencia.
Volviendo en el tiempo.
Mi madre solía planchar ropa hasta muy tarde y aquel día tenía bastante para planchar, así que decidí quedarme despierta para hacerle compañía. Ella planchaba la ropa mientras yo jugaba con el celular. Ya pasaban las dos de la mañana, mi celular estaba con el 5% de batería y lo dejé en el sofá antes de que se apagara.
Mi madre miró al reloj, ya eran las 2:40 y me dijo “oye, ya van a dar las tres de la mañana. La hora de la muerte”. Ella también ha escuchado esa historia de que las tres de la mañana es la hora de los espíritus. Seguí sentada en el sofá conversando mientras ella planchaba la ropa, hasta que decidió ver el reloj de nuevo, y cuando vio eran las 2:40 de la madrugada otra vez. Se quedó con cara de “¿Qué brujería es esta?”, me levanté y fui a ver los otros relojes de la casa. Todos marcaban las 2:40. Tomé mi celular que había quedado en el sofá y la batería estaba al 5%. Nos asustamos mucho aquella noche.
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