“Liber Urbani” es una serie de poemas escritos por Daniel de Beccles en 1190, pero no son poemas románticos, sino las primeras reglas de etiqueta escritas en la historia, en estos textos se detallan los comportamientos esperados de las personas en diversas situaciones de la vida cotidiana.
Por ejemplo, el autor nos explica que jamás deberías llevar tu caballo al interior de la residencia de otras personas – lo considera algo muy ofensivo. Otra cosa que deberías evitar en aquellos tiempos – por educación, obviamente – era espulgarte frente a las demás personas. Creo que estas dos reglas siguen vigentes hoy, ¿no?
1 – Cómo hacer frente al coqueteo de una mujer casada.
Un tema polémico abordado en los textos de Beccles hace referencia a algunas tácticas para enfrentar el “acoso” de las mujeres casadas – sobre todo si eran mujeres del señor feudal. Como es algo muy grosero insultar a una mujer y una pésima idea seguirle la corriente si se trataba de la señora, lo mejor era fingir alguna enfermedad, especialmente una que involucrara tics nerviosos.
2 – La forma de comportarse durante una comida.
Daniel de Beccles nos describe toda una serie de comportamientos que no deben practicarse con una… cuchara. Sí, una cuchara. Por ejemplo, no deberías jugar con una durante mucho tiempo ni ponerla en el recipiente donde se prepara la comida si antes la llevaste a tu boca – por el amor de Dios, no se olviden de esto. Otra regla relevante es: si ya usaste una cuchara, devuélvela a donde la encontraste. ¿Estamos?
Algunas de estas reglas de etiqueta durante una comida llegan a ser un tanto divertidas: si eras un visitante, tendrías que abstenerte de hacer cosas como orinar en el comedor, pues dicho privilegio era solo para el anfitrión. Escupir, estornudar o sonarse la nariz estaba prohibido en la mesa. Y no lo olvides: nada de espulgarte durante la comida.
3 – Matrimoniarse con una prostituta era algo bueno.
Christine de Pizan fue una excepción en la Edad Media, es conocida por ser la primera escritora profesional de la historia. Esta filósofa llegó a escribir un libro de comportamiento para las mujeres solteras. Daba algunas recomendaciones para que les fuera bien en la vida – la mayoría se basaba en encontrar un “buen esposo”. Sin embargo, tenían que vigilar a los solteros, pues podrían contraer matrimonio con prostitutas para ser bien vistos por la Iglesia.
Hacia finales del siglo XII, el papa Inocencio III señalaba que ofrecer una vida respetable a una prostituta era un gran acto de caridad. Estas mujeres “rescatadas” incluso contaban con una beca gubernamental para apoyarlas en su proceso de regeneración. Sin embargo, poco se sabe sobre la adhesión masculina a la práctica, pues por otro lado involucrarse con una prostituta podía ser visto como un acto de hechicería.
4 – Deja de reír y conquista a tu hombre.
Christine de Pizan vino a levantar muchos estereotipos de género bien arraigados en aquella época, pero también cayó en prácticas sumamente machistas – desde nuestra perspectiva actual. Con el objetivo de impedir que los esposos salieran todas las noches a las tabernas a gastarse lo poco que tenían, a las mujeres se les recomendaba dejar de reír – o al menos evitar aquellas carcajadas estridentes.
Se recomendaba que la mujer fuera más moderada y sumisa, algo que “no sucede” cuando se permiten “reír de más”. Supuestamente, reír demasiado provocaba un desequilibrio en el cuerpo, pero solo en el femenino.
5 – Teñirse el cabello para no perder al esposo.
En el siglo XVI, Giambattista della Porta escribió una serie de obras sobre cómo deberían comportarse las mujeres frente a sus esposos. Se enfocaba bastante en trucos de belleza para que las mujeres no “ofendieran” a sus cónyuges con el envejecimiento – algo que podría alejarlos.
¿Canas? ¡Por nada del mundo! Porta recomendaba teñirse el cabello para cubrir las canas. Incluso ofrecía detalles sobre cómo preparar los tintes. Un tono “rubio” se obtenía muy fácilmente mezclando azafrán, comino, paja y sosa caustica. Obtener una cabellera oscura era algo más complicado: implicaba remojar sanguijuelas en vino tinto y después dejarlas podrir al sol durante 2 meses antes de untarse esa pasta de porquería en el pelo.
6 – Cómo domesticar animales salvajes.
Porta también escribió recomendaciones para que los varones capturaran y adiestraran animales salvajes. Por ejemplo, con una flauta se podían atraer lobos y caballos salvajes, “fácilmente” adiestrables con una buena melodía. También enseñó a capturar elefantes: suficiente con cavar un pozo, poner cuatro elefantas dentro y esperar a que el macho fuera hasta ellas. ¿Facilísimo, verdad?
7 – Cómo tratar a los siervos.
Un texto escrito en inglés enseñaba que las mujeres debían mantener a sus esposos alejados de cualquier comportamiento transgresor de sus siervos. Si el criado hablaba a sus espaldas o simplemente había roto un vaso, la obligación de la señora era corregir dichas “rebeldías”.
En Alemania, un texto similar en sajón hablaba de que el secreto para un matrimonio feliz era una mujer sumisa ante el esposo en todo momento que mantuviera sus secretos más oscuros ocultos – principalmente de los criados. Además, solo debían reportarle a sus esposos las noticias buenas sobre su propiedad.
8 – (Literalmente) El amor NO es ciego.
En el siglo XII, Andreas Capellanus escribió El Arte del Amor Cortés, donde explicaba cuáles eran los requisitos básicos para experimentar el amor. ¡Los ciegos no podían amar! Según Capellanus, se hacía necesario poder ver el objeto de afecto para poder consumir el sentimiento. Por eso, enamorarse de un ciego era algo aburrido, pues el amor solo empezaba cuando se miraba al pretendido.
Una mirada reciproca era el camino para que dos almas se unieran – el “amor cortés”. Sin embargo, “aceptaba” el caso de una persona que por diferentes motivos hubiera quedado ciega a lo largo de su vida, pues ya habría experimentado la sensación de enamorarse visualmente de alguien.
9 – Cómo cuidar de tu perro.
Los perros han venido acompañando al hombre desde hace mucho tiempo, tanto así que en el siglo XIV Gastón III escribió un libro sobre caza y formas de tener una buena relación con el fiel escudero. Para el autor los perros eran compañeros constantes y aprendían las cosas con extrema facilidad, además de comunicarse con efectividad con aquellos humanos que supieran interpretar sus ladridos.
Gastón también decía que la forma ideal de entrenar a los perros era mezclarlos en grupos pequeños de otros animales, adaptándose a su forma de pensar – por ejemplo, así se evitaba imponer la cognición humana al comportamiento del animal.
El artículo 9 reglas de etiqueta en la Edad Media fue publicado en Marcianos.
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