Imagina la escena: las olimpiadas vuelven a México y es la noche de apertura de los JJ.OO. México 2028. Has conseguido una posición privilegiada, justo debajo del pebetero olímpico en el Estadio Azteca, esperas el clímax del evento: ese momento en que el poder de la llama olímpica finalmente brilla con todo su esplendor.
Después de tanto ir y venir en el extenuante viaje de la antorcha olímpica por todo el territorio mexicano, tras varios tropezones, intentos de apagarla, violación al protocolo oficial y otras tantas peculiaridades, la antorcha finalmente llega al estadio. Un sujeto al que le avisaron dos horas antes recibe el fuego olímpico. En una flecha. Tiene la encomienda de lanzarla a una distancia de 30 metros en dirección al pebetero. Sí, aquella estructura tan próxima a ti. Y erra el tiro…
Hace 24 años, en las Olimpiadas de Barcelona, las cosas se vieron así:
Antonio Rebollo, un arquero paralímpico español, fue convocado junto con otros 200 postulantes para la misión de encender el pebetero olímpico con una flecha en llamas. En un secreto absoluto, este acto de pirotecnia fue ensayado durante diez meses ante el cobijo de las noches catalanas, tomando en cuenta diversas condiciones de clima y viento. De los 200 que se inscribieron, solo cuatro arqueros terminaron como finalistas y hasta dos horas antes del inicio de la ceremonia, cualquiera de ellos podía ser el elegido.
Juan Antonio Epifanio, un jugador de baloncesto que tuvo el honor de ser el último portador de la antorcha, llevó el fuego olímpico hasta la punta de la flecha. Rebollo tiró de la cuerda del arco con la mano derecha y, según se mostró en las imágenes oficiales, sintió a la llama lamerle la mano izquierda. Levantó bien alto aquel arco y disparó. Fue una parábola perfecta y el fuego del pebetero se encendió de una forma apoteósica, inaugurando uno de los Juegos Olímpicos más celebrados hasta nuestros días.
Pero lo que en realidad sucedió, aunque muy poca gente lo sabe, es que Antonio Rebollo falló el tiro. Y, en realidad, fue totalmente a propósito – un acto de prudencia de los organizadores de las Olimpiadas para evitar algún accidente con una flecha incandescente volando sobre la cabeza de miles de asistentes. El tiro pasó de largo. Sin embargo, la seguridad de la multitud que se había congregado a las afueras del estadio no se tomó en cuenta, tal y como lo muestran estas imágenes de un reportaje elaborado por una televisora local en 1995:
Sobre la forma en que se logró encender el pebetero existe mucha controversia. La versión más aceptada es que fue un montaje: la llama fue encendida automáticamente, como se hace con el quemador de una estufa, accionada en sincronía con el paso de la flecha en llamas. En una versión más poética, los gases exhalados con anterioridad por el pebetero habrían hecho combustión en contacto con el fuego volador.
Y lo que sobran son imágenes que muestran lo que realmente sucedió en aquella memorable noche barcelonesa.
Hasta nuestros días, el Comité Olímpico Internacional oculta los detalles más escabrosos de la historia, como se muestra en el video oficial del organismo.
El artículo El día en que la flecha con el fuego olímpico falló fue publicado en Marcianos.
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