La esfera de aluminio de tres metros de diámetro que aparece en la siguiente imagen puede empezar a perseguirte durante un paseo cualquiera. No hay motivo para la preocupación, no se trata de una persecución. Si bien tiene vida propia, es sumamente dócil. Más que eso, es una visión inédita a un futuro más sustentable.
La Hortum machina, B es un jardín móvil autónomo. Los pilotos que comandan sus movimientos son las plantas de su núcleo. Así como lo acabas de leer: esta curiosa esfera rueda por todas partes buscando agua y luz, además de echarles una mano a nuestros pulmones consumiendo un poco de dióxido de carbono de la atmósfera.
El arquitecto brasileño Danilo Sampaio en colaboración con el maltes William Camilleri, los dos del Interactive Architecture Lab de la Escuela de Arquitectura Bartlett (UCL), en Inglaterra, son los responsables del artefacto.
La estructura esférica que rodea el núcleo verde se llama “domo geodésico”, en idioma de los mortales significa que está constituida por multitud de triángulos entrelazados. No queda claro en un inicio, pero la técnica, inventada por el arquitecto Buckminster Fuller, le proporciona a Hortum Machina máxima resistencia empleando el minino de material. Algo muy útil a la hora de salir por las calles de Londres.
Son 400 kg que condensan un concepto artístico muy osado, la inspiración sustentable de Fuller y un montón de trabajo técnico y de campo. “Usamos muchas técnicas de construcción. Proyectamos y fabricamos todo, pieza por pieza”, asegura Sampaio. El video de la construcción está disponible a continuación.
“Se desplaza al lugar donde las plantas se sienten más felices”, explica el arquitecto. “Pero, si así lo quisiéramos, podríamos emplearla para descontaminar una región. Basta con detectar el lugar donde al aire está más contaminado. Ella rueda hacia ese sitio y se mantiene parada hasta que las condiciones mejoren. Nuestra intención, en el futuro, es tener una comunidad de esferas autónomas haciendo este trabajo”.
Es decir, un ejército de plantas contra el dióxido de carbono en la atmósfera.
El verbo “rodar” puede transmitir una mala idea sobre el comportamiento del dispositivo. Avanza muy lento, apenas un triángulo por vez, y sin hacer fuerza. El truco está en alterar la distribución del peso en el interior del objeto. Las 150 plantas se montan sobre seis paneles móviles. Cuando cambian de posición, también lo hace el centro de gravedad de la esfera, que se acomoda naturalmente a la nueva situación. Las alteraciones se calculan de forma que nunca tenga que “caminar” más que un triángulo a la vez para recuperar el equilibrio.
Interés en un mundo más verde es lo que no falta en el proyecto. Según los autores, la Hortum Machina, B es análoga a la atmósfera, la capa que protege al planeta Tierra. Las plantas, en la superficie, son la tierra y la vida, y en su núcleo se encuentran las bacterias, fuente de energía y calor.
Para interpretar los “sentimientos” de las plantas, una serie de sensores miden la temperatura del tallo, humedad e incluso las vibraciones. Además de las mediciones internas, la esfera está equipada con GPS y sensores de presencia que mantienen bajo vigilancia el entorno del dispositivo en las maniobras. El prototipo aún debe evolucionar, y la intención es sustituir la recarga tradicional por paneles solares, liberando de una vez por todas al jardín ambulante.
El artículo El jardín esférico que rueda en busca de agua y sol fue publicado en Marcianos.
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