Aquel chupón ensangrentado que encontré colgando de mi árbol había pertenecido a Alyssa Harris, cuya desaparición había tenido lugar dos noches antes. Pensé que había sido de Alyssa en el momento que lo vi, pero mientras esperaba a que llegara la policía, me di cuenta que pudo haber sido de Matthew Roman. O quizá de Muhammad Ahad. Incluso de Hailey Davis. En los últimos cuatro años, todos estos niños simplemente desaparecieron.
La calle Hawthorn Lane ganó notoriedad en el 2015 después que Matthew y Muhammad desaparecieran la misma noche. Los Roman y los Ahad vivían a cuatro casas de distancia, y hasta donde los detectives pudieron concluir, los bebés fueron secuestrados con minutos de diferencia. Ambas casas estaban bien cerradas y no había señal alguna de que las entradas hayan sido forzadas.
Sin embargo, en lo que a mí respecta, la notoriedad y el escándalo en la prensa nacional no habría sido tal si su desaparición no hubiera ocurrido en el aniversario de la desaparición de Hailey Davis que tuvo lugar en 2012.
El caso de Hailey, por decir lo menos, fue especial. Eso debido a que el 1 de octubre de 2013, exactamente a un año de su desaparición, trozos de él fueron encontrados al interior de los buzones de cada familia sobre la calle que tenían, o esperaban, niños. Una multitud de investigadores, tanto locales como federales, abarrotaron aquella tranquila calle suburbana y trabajaron durante meses antes de aceptar la derrota. No encontraron ningún tipo de evidencia.
No había huellas dactilares. No había cabello. No había ADN.
Cuando la prensa llegó a la ciudad en 2015 tras la desaparición de Matthew y Muhammad, los rumores empezaron a circular. Los rumores y las amenazas. Personas de todo el país decidieron involucrarse en el caso. Sentían que era su deber. Empezaron enviando cartas de acoso y haciendo llamadas telefónicas a los adultos solteros que vivían en Hawthorn Lane. Esas personas habían vivido aquí durante años, personas que habían acompañado el dolor de los padres y las familias que perdieron a sus hijos. Pero eso poco les importó a estos justicieros dementes a quienes les lavaron el cerebro en el noticiario suponiendo que el secuestrador debía ser alguien del vecindario.
En diciembre de 2015, un hombre de Georgia llamado Alvin Stovall condujo casi 500 km por toda la costa, se estacionó frente a la casa de José Partida y le disparó a quemarropa cuando llegaba del trabajo. Alvin se había convencido de que José era el asesino de Hailey Davis y el responsable por el secuestro de Matthew Roman y Muhammad Ahad. Había escuchado en las noticias que José tenía antecedentes penales. Eso, junto con el nombre de José, le proporcionó a Alvin una justificación.
Lo que el noticiario no mencionó fue que los problemas de José con la justicia databan del año 1977. Y se debió a algo tan poco peligroso como ser el pasajero en un automóvil robado. José cumplió sus tres meses de condena y salió justo para celebrar su cumpleaños número veintidós, y desde la fecha se había comportado como un ciudadano modelo. Era mi amigo.
Tras la muerte de José, la policía de la localidad recibió la orden de mantener un férreo control sobre cualquier dato relacionado con las desapariciones. Cuando se reportó la desaparición de Alyssa Harris, hace cinco días, la noticia fue impresa en la página cuatro del periódico local. Hasta el momento, ninguno de los principales medios de comunicación se ha acercado a hurgar en el lugar. Sin embargo, sé que es cuestión de tiempo. Hace tres días, alguien que tenía toda la pinta de reportero seguía a las patrullas de policía que vinieron a investigar el chupón. Durante el resto del día mi teléfono no dejó de sonar. Cuando respondí, la persona que estaba del otro lado de la línea simplemente colgó.
Eso fue suficiente para hacerme sentir preocupado. Mi nombre es Luis Goncalves. He vivido en Hawthorn Lane durante más de 40 años. He vivido solo desde que Robert falleció en 1999. José Partida era mi vecino de al lado. Aunque aprecio mucho los esfuerzos de los oficiales que hacen cumplir la ley, no fueron capaces de evitar que Alvin Stovall asesinara a mi amigo. No han sido capaces de detener a quien sea que se esté llevando a los niños. He llegado al punto de llevar una pistola enfundada durante todo el día, incluso dentro de mi casa.
Sé que puede parecer algo paranoico, pero pónganse en mis zapatos. Alguien ha estado secuestrando y asesinando niños en mí calle. Un hombre inocente fue cobardemente asesinado porque un noticiario convenció a un grupo de personas de que los latinos son criminales peligrosos. Y hace algunos días por la mañana, colgando de una pequeña rama en un árbol de mi jardín, encontré un chupón con sangre. No puedo arriesgarme.
Aclarado todo esto, hay algo más. Soy reacio a hablar de ello, sobre todo porque fue algo que vi cuando experimentaba un mareo a causa del medicamento para la presión arterial. Me he desmayado por esa misma medicación antes, así que posiblemente no sea más que una alucinación. Sin embargo, con todo lo que está pasando en estos días, me parece oportuno mencionarlo.
Antier por la noche estaba fregando después de merendar. El lavabo se encuentra frente a una ventana panorámica que da al patio delantero. Dado que estaba muy oscuro afuera, no era capaz de ver más que mi propio reflejo y el de la cocina atrás de mí. Me sentía realmente mareado por la medicación, pero no era lo suficientemente grave como para que me fuera a descansar, así que continué la limpieza.
Mientras lavaba el último plato, la bombilla del techo se fundió. La cocina quedó en completa oscuridad. Tomó unos segundos para que mis ojos se acostumbraran, pero pronto pude ver el exterior. Y había algo en la calle, estaba abriendo el buzón de la familia Richter.
Una ola de mareos me invadió y tuve que agarrarme de la encimera para no perder el equilibrio, pero estoy seguro de que lo que vi realmente estuvo allí. Era un hombre pálido, desnudo y con piernas monstruosamente largas, y con brazos aún más largos que sobresalían desde la cintura en lugar de los hombros. Aunque estaba inclinado, era obvio que tenía la altura suficiente como para ver por una ventana del segundo piso.
Se detuvo con el buzón medio abierto, después se alejó abruptamente y volteó. Con dos largas zancadas cruzó la calle y llegó hasta mi patio. Miró a través de la ventana de la cocina con un par de enormes ojos grises. Empecé a retroceder. Abrió su boca desdentada, lo suficientemente amplia como para dejar pasar una pelota de baloncesto. Tomé la pistola. A través del cristal, escuché a los niños gritando desde el fondo de su garganta. Su boca se cerró y luego se torció en una sonrisa. A continuación, sus largas y delgadas piernas lo arrastraron hasta la calle y después al bosque.
No puedo dejar de preguntarme si entona una canción de cuna antes de integrarlos al macabro coro de sus entrañas.
Publicado por IIA en Reddit, traducido y adaptado por Marcianosmx.com
El artículo Las cunas vacías de Hawthorne Lane – Creepypasta fue publicado en Marcianos.
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