Cuando se vieron en la necesidad de ir tras los tejones malhumorados hasta sus madrigueras para exterminarlos, los europeos criaron al dachshund, un combativo y peculiar perro de patas cortas. Para ahuyentar y matar a los lobos, los irlandeses criaron al majestuoso Lobero Irlandés, un hermoso perro de piernas sumamente largas. Pero hace algo más de medio siglo, un pueblo en la costa norte de Noruega tenía un tipo diferente de presa con la que lidiar: los humildes y graciosos frailecillos.
Los frailecillos son aves pequeñas que tienen su hábitat en el mar. Tienen la apariencia de pequeños pingüinos voladores y cuentan con unos enormes picos bastante extravagantes, además que suelen anidar en las estrechas y difíciles cuevas que se forman sobre los rocosos acantilados marinos. El simple hecho de la carencia de un acceso a estos acantilados ayuda a mantener a sus depredadores lejos, y las cavernas le añaden una capa extra de seguridad a la protección de estas aves.
Sin embargo, para los habitantes del norte de Noruega los frailecillos representaban una fuente importante de alimento en época invernal, y capturar un número suficiente de estos animales para satisfacer las necesidades de la estación era algo totalmente necesario.
Con el objeto de realizar esta tarea tan especializada, los noruegos criaron a un perro especial. Resultó el Lundehund, un animal con dones únicos. Pese a esa singularidad, el Lundehund era extremadamente raro. Estuvo tan cerca de extinguirse, que en determinado momento solo existían cinco perros de esta raza en todo el mundo.
Lundehund: el perro cazador de frailecillos.
Debido a sus nidos de difícil acceso, los esquivos frailecillos son difíciles de atrapar en cualquier número. Un ser humano se delataría mucho antes de alcanzar a estos pájaros, e incluso si la presa aún está en la cueva, le sería imposible explorar los retorcidos túneles. Sin embargo, el Lundehund, que tiene las dimensiones aproximadas de un zorro, es capaz de explorar los acantilados, meterse en las cuevas y sacar a los frailecillos de sus nidos para llevarlos a su amo. Muchas de las singulares características del Lundehund están relacionadas directamente con su trabajo.
Para aumentar su tracción en los resbaladizos salientes de roca e incrementar el agarre en lugares estrechos, el Lundehund es un perro que presenta polidactilia, que no es otra cosa que dedos extra. En lugar de los cuatro dedos normales presentes en la pata de cualquier perro, la pata de un Lundehund tiene seis dedos, todos completamente formados, articulados y con músculo. La polidactilia en los perros no es algo muy raro, pero en la mayoría de las razas este fenómeno se presenta en forma de espolones (dedos vestigiales no funcionales), y no como la variante completamente formada del Lundehund.
El perro utiliza esos dos dedos extras para obtener y transportar a la presa en posiciones donde solo los lados de sus patas tocan la roca, una situación típica cuando se mueven a través de espacios estrechos. También ayudan al animal a tener un extra de tracción mientras se desplazan por los acantilados escarpados, a menudo muy resbaladizos.
Un perro muy flexible.
Otra cosa que les ayuda a entrar y salir de estas pequeñas cuevas es su extrema flexibilidad. Sus patas delanteras pueden extenderse hacia los lados lo suficiente como para que el Lundehund quede recostado sobre su pecho, algo bastante cerca a la posición que pueden lograr los brazos humanos. Este tipo de flexibilidad en las patas es única, no solo en los canis, sino en todos los cuadrúpedos. El único otro mamífero con esta habilidad es el reno.
Pero la avasallante flexibilidad del Lundehund no está limitada a sus patas frontales. El cuello y la columna vertebral del perro son tan flexibles que es capaz de tirar su cabeza hacia atrás sobre su columna vertebral, una posición que difícilmente alcanza el humano promedio sin romperse el cuello, e imposible para la mayoría de los perros. No se sabe específicamente qué sucedió con las articulaciones del Lundehund, pero es bastante claro que se trata de una habilidad especial.
Nada más imaginen lo útil que sería esta habilidad para un espeleólogo. Cuando el perro tiene que salir de una cueva o girar sobre sí mismo en espacios cerrados, el Lundehund tiene la flexibilidad suficiente para manejar la situación, incluso con un frailecillo en el hocico.
La última adaptación del Lundehund para explorar las cuevas es una estructura de orejas especializada. Generalmente, sus orejas se encuentran verticales y erguidas, pero el Lundehund es capaz de aislarlas doblándolas hacia el frente o hacia atrás. Mucho más sorprendente aún: la punta de la oreja puede erguirse de forma independiente, lo que le permite al perro emplear sus oídos con suma eficacia, aunque se encuentren en un espacio pequeño y mayormente cubierto. Esta habilidad impide que entre tierra y agua en las orejas del perro mientras explora las cuevas.
Desventajas evolutivas.
Otras peculiaridades del Lundehund parecen haber sido heredadas de un antiguo perro hace mucho tiempo extinto. El Lundehund presenta una mandíbula similar a la del Varranger, un perro del norte de Laponia que existió hace aproximadamente 5,000 años, con dos dientes menos que el resto de los perros.
Una característica para nada útil es lo que se conoce como síndrome de Lundehund, término que describe un cuadro de problemas digestivos que puede ocasionar un crecimiento desmedido de bacterias digestivas, cáncer de intestino y pérdida en la capacidad para absorber los nutrientes de los alimentos. Literalmente, el perro puede morir desnutrido, pues se vuelve incapaz de absorber las proteínas y nutrientes que requiere, sin importar lo que coma. La enfermedad es una norma en todos los Lundehund, pero no todos los perros sufren de la misma forma, algunos están más o menos libres de estos síntomas. Y aunque no existe cura, la enfermedad puede controlarse.
Salvando al Lundehund de la extinción.
Pese a ser un perro único, el Lundehund prácticamente fue olvidado en su tierra natal hasta hace algunos años. En el año de 1925, un sujeto llamado Sigurd Skuan descubrió Lundehunds en la isla Værøy, y quedó fascinado. En esa época los cazadores de las islas del norte habían extendido la caza de frailecillos con red, por lo que la raza había sido desechada poco a poco, y solo quedaban alrededor de 50 ejemplares.
Skuan escribió sobre el perro, pero hubo poco interés en sacar a los animales de la franja de extinción. Originalmente, el Norwegian Kennel Club creyó que el Lundehund era una variante de una raza existente, e incluso cuando supieron que era un perro único no hicieron mucho más que reconocerlo como raza.
Afortunadamente para el Lundehund, una mujer de nombre Eleanor Christie se encontró con el artículo del Sr. Skuan en 1937, y empezó una misión de obtener a varios Lundehund para criarlos. Encontrar a los perros resultó muy complicado, pero eventualmente localizó a un granjero llamado Monrad Mikalson en la isla Værøy, que estuvo dispuesto a cederle cuatro de sus perros: un macho y tres hembras. La Sra. Christie recibió los perros en 1939.
Casi desaparece.
Aquel grupo resultó afortunado. Tres años después, en 1942, cuando la vacuna era imposible de conseguir debido a la Segunda Guerra Mundial, una epidemia de moquillo azotó a Værøy y las islas próximas aniquilando a todos, menos uno, de los Lundehunds conocidos. El granjero que había enviado los perros a la Sra. Christie ahora le solicitaba ayuda. Ella le respondió enviándole dos perras preñadas y dos cachorros. Una vez más, la raza corrió con suerte.
Si la mujer no hubiera hecho esto, probablemente los Lundehund no existirían en nuestros días, pues en 1944 el moquillo afectó a todos los perros de Eleanor, matándolos a todos, menos al macho original. Monrad y Eleanor se hicieron amigos de por vida, y se enviaban perros cada cierto tiempo para intentar salvar la raza. A pesar de todo su esfuerzo, no fue sino hasta bien entrada la década de 1960 que el número de Lundehunds superó los dos dígitos.
Actualmente el Lundehund está lejos de extinguirse. De aquellos cinco perros que sobrevivieron al moquillo (los cuatro de Eleanor y el perro de Værøy), los noruegos pudieron reconstruir la raza. El último número que se tiene, del año 2010, es de 1400 perros, 600 de los cuales se encuentran en Noruega y unos 350 en los Estados Unidos.
El artículo Lundehund, el auténtico perro maravilla fue publicado en Marcianos.
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