Sí, puedo ver el aura de las personas. Y odio decirlo de una forma tan abrupta. Me hace ver como un psíquico charlatán que finge la habilidad como medio de explotación para obtener dinero. Jamás he obteniendo beneficios monetarios de mi don. Jamás me he aprovechado de él. Y, hasta ahora, nunca le había contado a nadie de esto.
Pero realmente puedo ver las auras de los demás, y estoy empezando a considerar esta habilidad más como una maldición. Tengo mis razones para escribir esto y, te lo aseguro, no hay ningún final feliz.
Para mí es muy sencillo. Puedo ver una luz que rodea el cuerpo de las personas. De todas. Y en esa luz puedo apreciar su moralidad. Entre más brillante y translúcida es la luz, mejor es el individuo como persona. Entre más oscura y opaca, peor es ese ser humano. Las turbias y particularmente traslúcidas son moralmente ambiguas. Para resumir las cosas lo describo de esas tres formas. Oscuro significa maldad. Brillante es igual a bondad. Turbio es un punto intermedio. Es extraño, siempre he visto a la gente con auras turbias o grises como… árbitros. Mediadores. La gente que busca un punto medio, que no está del lado de ningún bando, y que siempre tendrá decisiones difíciles que tomar.
Todavía era un niño cuando tuve conciencia de mi don. No me llevó mucho tiempo comprender que las auras más brillantes me resultaban más amigables y desinteresadas. Aunque mis dos padres eran buenas personas, el aura de papá era un poco más brillante que la de mamá. Como resultado de esto, siempre fue más paciente y comprensivo conmigo.
Estaba claro que mis maestros y compañeros de clase con auras más brillantes generalmente eran más amistosos y compasivos. Las auras oscuras pertenecían a los típicos buscapleitos, a los niños que hurtaban el dinero y la comida de los otros y a los matones. Creo que tendría unos 8 años cuando me di cuenta que poseía un don que nadie más tiene. Que quizás nadie más ha tenido.
He leído algunos sitios web “new age” y artículos de medicina alternativa que ofrecen una opinión sobre la lectura del aura. Aunque creo que la gran mayoría es una auténtica porquería, espero que existan al menos algunas otras personas con mi habilidad. Por eso no me atrevo a descartar a todas esas personas como un fraude absoluto. Pero es un hecho que, para mí, las cosas no funcionan como esos textos lo describen. Visité a numerosos lectores de auras y psíquicos.
La gran mayoría tenía auras oscuras o turbias, y estoy seguro de que no ostentaban el mismo poder que yo. No quiero decir que todos los “psíquicos” sean terribles personas. Visité algunos que tenían auras brillantes, pero fueron incapaces de convencerme que realmente tenían poderes psíquicos, a pesar de que utilizaban su propio engaño para tratar de ayudar a las personas.
Debes comprenderlo… terminaré esta publicación compartiendo un evento terrible que me sucedió. Pero antes de llegar hasta ese punto, creo que hay más cosas que debo explicar. Imagino que muchos de ustedes tienen curiosidad por saber cuál es el tipo de aura más común. Me siento feliz de decirles que la mayoría de las personas tienen auras entre turbias y brillantes. Realmente veo pocas auras oscuras.
Esto no es algo científico, y no he recorrido el mundo elaborando tablas y gráficas, pero estimo que un 60% de las personas son brillantes. En torno al 25% turbias. Dejando apenas el 15% con auras oscuras. Una vez más, sólo se trata de estimaciones particulares. ¿Cuál es la precisa diferencia entre turbia y brillante? No tengo idea. Pero, estoy seguro, hay muchas más “brillantes” que “oscuras” en el mundo.
Lo siguiente que me gustaría discutir es la infancia. Puedo ver el aura de cualquier persona desde el momento exacto de su nacimiento, y nunca he encontrado un aura que cambie con el paso de los años. No estoy seguro de lo que significa para el debate de la naturaleza contra la crianza. Y con esto no quiero decir que todos con un aura oscura siempre serán terribles personas, o viceversa.
Una persona con un aura brillante puede nacer en condiciones terribles, adquirir alguna adicción, y después recurrir al robo para alimentar su vicio. Creo que la diferencia es que un ladrón con aura brillante y con una horrible educación puede robar a alguien, pero jamás lastimaría a esa persona de forma intencional en el proceso. Un ladrón con un aura negra, sin pensarlo un segundo, puede matar a una persona si no puede salirse con la suya.
Otro dato interesante es que encontré una proporción entre brillante, turbio y oscuro a través de todas las actividades humanas. Ya sea que me encuentre en una iglesia o en un concierto de metal, siempre es la misma proporción de 60% – 25% – 15%. Una vez hice una visita a una prisión federal y me sorprendí al ver que al menos la mitad de los prisioneros tenían auras brillantes. Tuve que estar en la prisión para darme cuenta de esto pues soy incapaz de ver auras en las fotografías, programas de televisión, películas e incluso en los espejos. Sólo puedo ver las auras en el mundo real… y nunca he podido ver mi propia aura. Creo, y espero, tener un espectro brillante… pero no puedo verlo.
El aura más brillante que he visto pertenecía a una trabajadora social. Era tan intensa que incluso me resultaba un poco incómodo observarla. Basándome en la forma en que las personas actuaban en su presencia, creo que la mayoría de los que la rodeaban podía percibir su brillantez de forma subconsciente. Todos la querían. Llegó a donar un riñón para alguien que apenas conocía. Adoptó a un niño con necesidades especiales. Gran parte del dinero que ganaba iba a varias obras de caridad. Y eso fue lo poco que pude conocer de ella. Esta mujer brillaba tanto que llegó a asustarme. Era extraño que alguien fuera tan bondadoso.
Pero esa sensación ni siquiera se acercó a la que me produjo ver a la persona con el aura más oscura hasta la fecha. Tenía 20 años en aquel entonces, y me iba de un club nocturno en torno a las 2 de la mañana. Un sujeto recorría con toda tranquilidad la calle. Al principio no lo noté, pero distinguí una luz turbia en torno a mí. Este sujeto era tan oscuro que absorbía parcialmente la luz de su entorno. Lo observé durante un largo tiempo. Se le veía desesperado, cruel y sin pasión. Cuando levantó la mirada y su vista se cruzó con la mía, me hizo retroceder. Sonrío afectadamente, como si supiera lo que yo podía ver. Nunca lo podré olvidar. Y lo reconocí cuando vi su fotografía unas semanas después en el periódico. Había asesinado a su ex esposa y a sus dos hijos de forma brutal.
Creo que es momento de abordar la razón por la que escribo esto.
Me enamoré hace un año. No tenía ningún brillo que no hubiera visto antes, pero no era oscura y ni siquiera turbia. Era hermosa. Su sentido del humor, su ingenio… ella era todo. Era mi mujer soñada. Y jamás le conté sobre las auras que podía ver. Podría ofrecer más detalles sobre ella, pero esta no es una historia de amor. Lo importante fue que: nos enamoramos, se embarazó, nos casamos y fuimos felices… muy felices.
Recuerdo haber escuchado el zumbido de mi teléfono hace dos mañanas. Recuerdo mi emoción cuando leí “Ya es hora. Ven al hospital”. Recuerdo mi frustración cuando quedé atrapado en el tráfico. Recuerdo lo mucho que me llevó encontrar un lugar de estacionamiento. Recuerdo haber gritado a la enfermera “¿cuál es el cuarto de mi esposa?”. Recuerdo abrir aquella puerta con desesperación y ver la sonrisa de mi mujer. Recuerdo ver al doctor, con una luz tan brillante, diciéndome “felicidades, es un varón”.
El doctor lo cargó hasta mí.
Y toda la luz en aquella habitación se disipó.
“No, esto no puede ser”, pensé. El doctor lo puso entre mis brazos.
La oscuridad que rodeaba a mi hijo era tan absoluta que apenas y podía verlo. Estaba hueco. Era tan oscuro que el mundo a su alrededor apenas existía. Nunca había experimentado algo así. Empecé a llorar. Creo que mi esposa y el doctor pensaron que eran lágrimas de felicidad. Pero no fue así. Dios sabe que no fue así.
Me resultó inevitable pensar en la oscuridad que rodeaba a aquel hombre que asesinó a su familia. Era por mucho la oscuridad más profunda que había visto. Pero la oscuridad en torno a mi hijo era cien veces peor. Mil veces peor. ¿Y qué puede ser mil veces peor que asesinar a toda tu familia?
Han pasado dos días. Ahora estamos en casa. La oscuridad de mi hijo es tan profunda que oscurece el pasillo que va a su habitación. Mi esposa sabe que algo está mal. Parece sospechar que estoy arrepentido de haber concebido a este niño. Si tan sólo supiera…
¿Qué debo hacer? Se trata de mi hijo. Hace apenas 20 minutos estaba sobre él, sosteniendo una almohada sobre su rostro. Pero no pude hacerlo. De ninguna forma. Un hombre capaz de asesinar a su hijo de 2 días de nacido, ¿qué color de aura tendría?
Y ese es el pensamiento que se apoderó de mi mente mientras estoy sentado aquí a solas. Los padres de los peores. De Adolf Hitler, de Joseph Stalin, de Timothy McVeigh. Si sus padres hubieran sabido en lo que se convertirían, ¿los hubieran asesinado en la cuna? ¿Tendrían la fuerza de sostener una almohada hasta que dejaran de respirar?
Puedo ver la puerta de la habitación de mi hijo desde mi oficina. La oscuridad del pasillo parece hacerse más grande. No puedo dejar de mirar mis manos mientras escribo esto. Quizá me estoy volviendo loco, pero parece haber un aura alrededor de mis manos y brazos ahora. Es gris. Es turbia. Quizás siempre fue turbia.
Observo la almohada que tengo a un costado. La turbiedad grisácea alrededor de mis manos es más evidente que nunca. Quizás se ha llegado el momento. Quizá por esta razón se me concedió el don. Todo se reduce a este momento.
Quizás es el momento.
Creo que es el momento.
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