A medida que la actividad económica se centraliza en las grandes ciudades de Europa, sus pequeños pueblos se van quedando solos. Los ancianos en retiro son las únicas personas que viven en estos sitios, pues la población económicamente activa suele migrar a las grandes ciudades. Esto representa un gran problema para los gobiernos de estos municipios, pues dejan de recibir el flujo de dinero de los jóvenes y absorben el gasto fijo de las personas en retiro.
Los comercios cierran ante la falta de ingresos, e incluso los ancianos deben viajar a ciudades cercanas a comprar la despensa. Uno de los municipios que padece este problema es Candela, ubicado próximo a la ciudad de Nápoles, en Italia.
Allí, el prefecto de la ciudad ideó una solución un tanto práctica y polémica para intentar frenar este descenso poblacional: pagar a las personas para que se vuelvan residentes. En la década de 1990, esta pequeña ciudad medieval alcanzó un pico poblacional de 8,000 habitantes, y el prefecto Nicola Gatta quiere repuntar los 2,700 residentes que le quedan.
Uno billetes para gobernarlos a todos
El plan es muy sencillo, y la recompensa para las personas que decidan ir a vivir allá es de hasta 2,000 € (parece que una sola ocasión). Este es el plan de incentivos: 800 € para los solteros, 1200 € para matrimonios, entre 1500 y 1800 € para familias de 3 integrantes y más de 2000 € para familias de 4 o 5 personas. También tienen incentivos a través de descuentos en el servicio de recolección de basura, impuestos y guardería.
Existen tres requisitos para poder acceder al incentivo monetario: el nuevo residente debe quedarse a vivir en Candela, alquilar una casa y tener por lo menos un salario de 7500 € al año. Ya sea que se trate de italianos o de extranjeros con permiso de residencia, todos son bienvenidos.
“No queremos que las personas corran para acá creyendo que pueden vivir a costa de la ciudad, todos los residentes deben trabajar y tener una fuente de ingresos”, advierte Stefano Bascianelli, secretario del prefecto.
Hasta ahora sólo se han mudado 6 familias del norte de Italia, y otras cinco se han postulado como candidatas. Una de estas familias es la del celador de la escuela del municipio, que aprovechó la oportunidad para traer a su familia a vivir con él. Otra de las familias abrió un pequeño puesto de revistas.
Una ciudad ideal para vivir tranquilo.
“Es un estilo de vida muy tranquilo y simple. No hay multitudes, siempre es fácil llegar a los lugares, tampoco tenemos tráfico ni contaminación”, asegura El fotógrafo Francesco Delvecchio, otro de los recién llegados a la ciudad. Y aunque Delvecchio no recibe los beneficios, funciona como un embajador de la causa, difundiendo los beneficios de vivir en este lugar. “Nos encontramos en medio de tres bellas regiones de Italia: la Campania, Basilicata y Molise”, dice.
Bascianelli asegura que el lugar ofrece una calidad de vida ideal, y que no han tenido un solo crimen grave en más de dos décadas. Además, la ciudad ha hecho varias reformas recientemente por lo que calles y plazas se encuentran en perfecto estado.
Aunque recibe flujo de turistas durante verano para realizar paseos a caballo, así como festivales gastronómicos y de arte, durante el invierno la ciudad se queda vacía. Las hermosas colinas verdes que la rodean se vuelven completamente silenciosas, pues las mayores concentraciones de individuos se producen en la iglesia, en el inusual bautizo de un bebé o en los frecuentes velorios de los ancianos.
Existen decenas de casas blancas con terrazas panorámicas esperando a ser habitadas.
Las medidas de otros municipios contra el descenso de población.
Otras poblaciones pequeñas en Europa intentan reducir el descenso poblacional entregando viviendas de forma gratuita o a través de medidas más extremas, como prohibir que los ancianos se enfermen o mueran.
Mientras la primera medida generalmente implica una gran inversión para restaurar los inmuebles, la segunda es una protesta contra la falta de lugares en los cementerios o un incentivo para que los ciudadanos sigan cuidando su salud.
Por ejemplo, Sellia, Italia, cuenta con una población de apenas 537 habitantes, la mayoría de los cuales supera los 65 años. Así, aquellos que olvidan realizarse al menos una revisión médica anual, reciben una multa.
Mientras tanto, en Cugnaux, Francia, en el año 2007 contaban con apenas 17 lugares en sus dos cementerios. Y debido a la presencia de mantos freáticos en la región, sólo había un sitio donde podía abrirse un nuevo cementerio, justamente donde se encontraba una base militar. Cuando el ministro de defensa decidió no permitir que enterrar a sus muertos allí, el prefecto Philippe Guérin decretó que la persona que no tuviera una cripta preparada tenía prohibido morir. Esta forma de protesta tuvo bastante repercusión, por lo que terminaron abriendo un nuevo cementerio en la base militar.
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