En una publicación pasada hablamos de actos de venganza tan geniales que terminaron inspirando guerras y leyendas; sin embargo, hoy nos atiende algo mucho más de nuestra incumbencia, pequeños actos de venganza de la vida cotidiana. Situaciones en las que cualquier de nosotros podría convertirse en la victima. Diviértete un poco leyendo y guárdalas, seguramente alguna vez te inspirarán cuando tengas que hacer un ajuste de cuentas.
La ley del Talión.
Cuando era pequeño tenía el problema de que mojaba la cama. Mi hermano menor empezó a contarles a otros niños en toda la escuela lo grande que era este inconveniente. Me mortifiqué bastante. Incluso después que mamá le dijo que parara, él siguió contándolo a todo mundo. Así que decidí llevar esta guerra a un nuevo nivel, haciéndole pasar la misma vergüenza que yo. El truco de “poner la mano en agua tibia” no funcionó. Entonces, una noche mientras dormía me subí encima de él y lo oriné.
Dulce venganza al ritmo de Cotton Eye Joe.
Me despidieron de un empleo en un bar que tenía una moderna sinfonola. Si tenías la aplicación, podías reproducir canciones cargando los créditos a tu tarjeta. Si pagabas por una serie de canciones, aunque la desconectaran, la sinfonola seguía reproduciendo la lista cuando la volvían a encender. Era imposible saltar las canciones ya pagadas. Habían perdido el control remoto maestro que permitía saltar estas canciones, por lo que si alguien elegía una canción que los demás odiaran, no había nada que se pudiera nacer.
El dueño hace inventario todas las noches de martes. Es una noche bastante ocupada pues organizan torneos de billar y el bar suele estar lleno. Compré $20 en créditos, que por lo general te permiten reproducir 18 canciones imposibles de saltar, a veces algunas más cuando la aplicación te da créditos gratis. Elegí un remix de “Cotton Eye Joe”, una pista con aproximadamente 7 minutos de pop. Dos horas seguidas de la misma canción están matando al negocio los martes. Incluso si la desconectan, sigue reproduciéndose cuando la vuelven a encender. Me he estado vengando del bar durante aproximadamente dos meses.
Cheaters.
Mi ex mujer me engañó con un hombre casado. Actualmente se mudó a vivir con ella. Es un completo imbécil… pero bueno. El caso es que todavía tengo acceso al DVR. Así, inicié sesión, eliminé todos sus programas y sólo dejé grabaciones de “Cheaters”. Quizá sea insignificante, pero me reí el día entero.
Venganza picante.
Siempre llevo dos sándwiches pequeños a la escuela, uno que consumo durante el almuerzo y el otro en el salón de clases pues el maestro nos permite hacerlo. Un día me disponía a comer el sándwich, pero antes me levanté para ir al baño. Cuando regreso al salón de clases, encuentro al niño que se sienta frente a mí comiéndose el sándwich. Me molestó bastante así que lo confronté de forma educada y lo negó todo. Volví a dejar el sándwich el día siguiente en el pupitre sólo para confirmar que había sido él, y las sospechas eran ciertas. Entonces, el tercer día llevé a cabo mi venganza.
Puse habanero con queso en el sándwich, y luego lo aderecé con una cantidad considerable de salsa ghost pepper. Dejé el sándwich trampa sobre el pupitre y me fui al baño. En esta ocasión me tardé mucho más, y terminé recorriendo los pasillos de la escuela, pues el maestro sólo permite que un alumno salga del salón al mismo tiempo, incluso para tomar agua. Tras aproximadamente 10 minutos regresé al salón de clases para verme complacido por el ladrón de sándwiches llorando de forma histérica con un brillo rojo en la cara mientras esperaba el pase de salida. Se quedó en el baño durante todo el día.
No te metas con mis palomitas de maíz.
Tenía un jefe al que nadie podía soportar. Un día, de la nada, prohibió las palomitas de maíz para microondas en la oficina simplemente porque le molestaba el olor. Aproximadamente un mes después, compré uno de esos humidificadores USB con esencia en aceite en el interior… una esencia semejante a las palomitas de maíz. Lo conecté justo al lado de su escritorio. Le tomó medio año darse cuenta.
Un buen equipo.
Un día, uno de mis amigos recibió un golpe por la espalda de un imbécil en los pasillos de la escuela y respondió a la agresión. Dado que la escuela tiene política de cero tolerancia cuando se trata de pelear, responder a la agresión implica un castigo similar al del agresor. Así que mi amigo y el imbécil fueron suspendidos una semana, pero mi amigo fue el único que recibió un golpe en la cara y me pareció algo injusto.
Entonces, convocamos a nuestros amigos, y ellos convocaron a sus demás amigos, y cada semana uno de nosotros golpeaba al imbécil. Cada semana, uno de nosotros recibía una suspensión, de la misma forma que el imbécil, pero como éramos tantos, ninguno fue suspendido en dos ocasiones. Por otro lado, el imbécil perdió tantas clases que tuvo que repetir el año.
Desquiciando a un colega.
Cierta ocasión tuve un compañero en el trabajo al que odiaba (era un sujeto muy condescendiente y sumamente arrogante). En una ocasión le instalé un receptor de Bluetooth extra en su computadora para un mouse que mantuve en mi gaveta. Solamente tenía que abrir la gaveta para desquiciarlo por completo. Lo fastidié durante aproximadamente dos meses. Creí que lo mejor era detenerme cuando vi que estaba a punto de volverse loco.
Scott el guapo.
Había un sujeto en la oficina altamente sospechoso de comerse los almuerzos de los compañeros, y un día lo atrapé comiéndose mi sándwich. En la ciudad se tenía programado un concierto de Justin Bieber en las próximas semanas y uno bastante cercano en un par de noches. Así, tomé el teléfono y publiqué múltiples anuncios en diversos grupos de ciudades cercanas, diciendo que vendía dos boletos para el evento a bajo costo. Puse la dirección de correo corporativa del ladrón y su teléfono de oficina como información de contacto, también especifiqué que preguntaran por “Scott el guapo” con la mejor historia que tuvieran como fan de Justin Bieber para ganarse los tickets.
Casi inmediatamente el teléfono de la oficina empezó a timbrar con llamadas de chicas adolescentes, o sus padres, preguntando por “Scott el guapo”. Tan sólo en la primera hora se recibieron unas 100 llamadas. Pude escucharlo aclarando a estos desconocidos “no tengo ningún ticket para ningún concierto”, y volviéndose loco con cada llamada. Después de esto, el administrador lo solicitó en su oficina.
Sucio y pestilente.
Hay un compañero que va al baño todos los días después de almorzar y termina apestando la oficina por completo. El administrador solicitó que cualquier persona que necesitara evacuar los intestinos, por favor, utilizara el baño de recepción dado que nuestra oficina es pequeña y sólo tenemos un baño. Este hombre no hizo caso. Para mi fortuna, sus funciones fisiológicas estaban cronometradas, por lo que 5 minutos antes de que fuera al baño me metí y tomé todo el papel higiénico… así de sencillo. Obligué a este sujeto a vivir con el trasero sucio.
La venganza del topo.
Mi roomie no dejaba de usar mis toallitas húmedas y mi pasta dental, no me las reponía, y sólo me decía que las ocultara si no quería que las usara. Hace un par de días me dijo que vendría una chica al apartamento, que esperaba un poco de acción y que le gustaría que lo dejara solo. Aproximadamente una hora antes de que llegara, fingí que me iría el resto de la noche, y 5 minutos después regresé a escondidas mientras él preparaba la cena para la cita.
Me escondí en la habitación a sabiendas de que en algún momento de la noche ella le pediría usar el baño, y yo necesitaría defecar. Pasaron 45 minutos hasta que la dama llegó y me mantuve a la espera. Aproximadamente 2 horas después ella seguía allí, y escuché cuando él se disculpó para ir al baño. ¡Perfecto!, él entró primero.
Era el momento para dejar salir una enorme y pestilente caca. Corrí al baño y defequé lo más silencioso posible. Fue un excremento de tamaño admirable. Y no bajé la palanca ni puse la tapa abajo. Regresé a mi habitación y esperé. Pasaron exactamente 28 minutos hasta que la dama solicitó permiso para ir al baño.
Estuvo allí dentro seis segundos como máximo y salió. Siete minutos después se fue del apartamento. Supongo que nadie tuvo acción esa noche.
Entradas Relacionadas:
El artículo 10 Pequeñas historias de venganza fue publicado en Marcianos.
La entrada 10 Pequeñas historias de venganza aparece primero en http://ift.tt/2BiXbVj
0 comentarios:
Publicar un comentario