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Aunque algunos asentamientos humanos han visto su fin debido a hambrunas, enfermedades o guerras, algunas ciudades se extinguieron de una forma bastante particular, prácticamente desapareciendo de la noche a la mañana. A continuación te presentamos la historia de cinco pueblos que encontraron su ruina de una forma un tanto extravagante.
Galveston, barrida por un huracán.
Imagina que de la noche a la mañana Cancún dejara de existir y toda su importancia económica, turística y cultural se transfiriera a Chetumal. Y que el motivo de este cambio fuera un contundente puñetazo del océano Atlántico. ¿Parece algo inconcebible?
Esto precisamente fue lo que sucedió en la ciudad de Galveston, en Texas, en el año de 1900. Hasta ese momento, la ciudad era muy importante en el mercado del algodón y contaba con uno de los puertos más disputados en el sur de los Estados Unidos. En el mes de septiembre de 1900, el huracán Galveston (bautizado así después de la destrucción) se convertiría en la peor catástrofe natural que han experimentado los estadounidenses hasta nuestros días. Ninguna otra tempestad – ni si quiera el huracán Katrina – se cobró la vida de tantas personas como el Galveston.
Galveston fue un huracán categoría cuatro, lo que significa que sus vientos alcanzaron rachas que superaban los 200 km/h. Para empeorar la situación, el huracán llegó con un oleaje elevado, parecido a un tsunami, que incrementó el nivel del mar en cuatro metros. Con la altura de un edificio de dos pisos, estas olas terminaron con prácticamente todos los edificios de la ciudad.
Galveston jamás se recuperó del huracán, aunque fue reconstruida. Toda su importancia se transfirió a Houston. Actualmente, Houston alberga a más de 2 millones de personas, mientras que Galveston solo cuenta con 57 mil.
Helike, sepultada por un terremoto.
En la antigua ciudad griega de Helike, sus habitantes seguramente presenciaron un montón de advertencias antes de la catástrofe. Se dice que durante cinco días en el 373 a.C. vieron con sorpresa cómo serpientes y roedores huían de los terrenos bajos.
Durante el quinto día, pudieron apreciar en el cielo lo que hoy se conoce como “luces de terremoto”, que suelen aparecer en zonas de gran estrés sísmico, como en los lugares donde se suscitan erupciones volcánicas o terremotos.
Cuando el gran sismo llegó, la ciudad y sus habitantes fueron tragados por la tierra, después cubiertos por un lago y finalmente, con el tiempo, enterrados por el proceso de sedimentación natural. Todo esto parecía haber condenado a esta ciudad a nunca jamás ver la luz del día.
La primera fase de la catástrofe tuvo lugar cuando el suelo arenoso fue agitado con tanta intensidad por el movimiento sísmico que un enorme agujero terminó abriéndose bajo la ciudad. Esta onda de energía se propagó en todas las direcciones y a su paso por el océano desató un tsunami que, regresando a la ciudad, formó un lago que originalmente no estaba.
Documentos antiguos dan testimonio de pescadores que lanzaban sus redes en el lago y encontraban estatuas y otros artefactos de la ciudad. A medida que los siglos pasaron, sedimentos de todo tipo se fueron acumulando en el fondo del lago, enterrando aún más las ruinas de la ciudad. Sin embargo, eventualmente el lago se secó, lo que dificultó bastante que los arqueólogos encontraran la ciudad.
Sodoma y Gomorra, incineradas por un meteorito.
De acuerdo con el antiguo testamento, Sodoma y Gomorra fueron dos ciudades destruidas por la ira de Dios con fuego y azufre que cayeron del cielo. Este castigo habría tenido lugar por qué sus habitantes practicaban actos pecaminosos.
Según lo relatado en Génesis, dos ángeles de Dios bajaron a la ciudad y se hospedaron en la casa de Lot, el hijo de Abraham. Antes de ir a dormir, los hombres de la ciudad rodearon la casa de Lot buscando un encuentro sexual con los ángeles. Lot los defendió y sus huéspedes castigaron a los acosadores dejándolos ciegos. La familia de Lot es sacada de la ciudad y solo entonces empieza la destrucción de Sodoma.
Sin embargo, un gigantesco meteorito de alrededor de 1 km de diámetro pudo haber sido el culpable de toda esta destrucción. El pedazo de roca espacial no simplemente cayó sobre la ciudad, sino que se transformó en una bola de fuego seis veces más grande que su tamaño original antes de explotar en el aire.
Esta hipótesis es respaldada por un par de evidencias: una es el hallazgo de un planisferio hecho por un astrónomo que describe la caída de un enorme objeto del cielo, la noche del 29 de junio de 3123 a.C. en el calendario juliano.
Otra pista proviene del descubrimiento de un grupo de arqueólogos austriacos que encontraron signos de explosión y derretimiento en las rocas, típicamente provocados por un meteorito que explota antes del impacto. ¿Pero, qué tienen que ver Austria y Medio Oriente?
Los científicos dicen que la nube de calor resultante de la explosión continuó en dirección al lugar, lo suficientemente caliente como para hacer que materiales como plantas, tejidos o cabello humano se incendiaran instantáneamente.
La ciudad de Port Royal, partida por un terremoto.
Port Royal (o Puerto Real) era un centro para la navegación y el comercio en Jamaica. Hasta el siglo XVII se le conocía como “la ciudad más pervertida del mundo”. Era un lugar popular por la riqueza y la presencia de piratas, prostitutas y todo tipo de gente a la que no le importaba mucho la moral.
Cuando un gran terremoto aniquiló dos tercios de la ciudad el 7 de junio de 1692, muchos le atribuyeron la catástrofe a un castigo divino por el antro de perdición que habían armado allí. El terremoto fue seguido por un tsunami que acabó con la vida de entre mil y tres mil personas, más de la mitad del total de habitantes. Aquellos que sobrevivieron todavía se las tuvieron que arreglar para hacer frente a las enfermedades desatadas por tanta mortandad.
Se suscitaron algunos intentos por reconstruir la ciudad, pero un gran incendio consumió las construcciones en 1704 y más tarde los huracanes pondrían fin a la voluntad de la población local. Otro terremoto en 1907 volvió a devastar Puerto Real.
Port Royal fue construida “en caliente”, en un terreno totalmente inapropiado. El suelo era arenoso y húmedo. A medida que la ciudad crecía y la tierra disponible para la construcción se iba haciendo más escaza, los habitantes de la isla ocuparon lugares pantanosos y construyeron ahí mismo.
Como los nuevos habitantes eran comerciantes ingleses, no querían casas pequeñas de un piso como las de los habitantes originales. Levantaron casas de hasta cuatro pisos hechas con ladrillos – sobre arena mojada. ¿Dónde estaban los ingenieros del siglo XVII para impedir un absurdo de este nivel?
Cuando el terremoto llegó a esa zona, la arena se hundió y las casas fueron a parar al fondo del mar.
Ubar, la ciudad que se tragó la tierra.
En los cuentos e historias de Medio Oriente con frecuencia se cita a la “Ciudad de los pilares” o Ubar, que habría sido un paraíso en medio del desierto. Mientras la mayoría estaba convencida de que esta ciudad jamás existió, muchos investigadores no pudieron ignorarla por estar presente en libros como el Corán, Las mil y una noches y los escritos de Ptolomeo.
En la década de 1920, el inglés Thomas Edward Lawrence se aventuró en la búsqueda de esta ciudad, pero no tuvo éxito. No sería sino hasta finales de la década de 1980, con ayuda de satélites de la NASA, que arqueólogos de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Omán lograron localizar, enterrada en la arena de la Península Arábica, las ruinas de una ciudad con varias columnas. Esta descripción coincidía con Ubar.
Tras examinar las ruinas, los arqueólogos encontraron que la ciudad había sido constantemente frecuentada durante alrededor de 5 mil años por personas de Persia, Grecia y Roma, que llegaban hasta allí en busca de incienso.
En algún punto entre el 300 y el 500 d.C., la ciudad desapareció debido al suelo, que cedió. Como hemos aprendido a través de la historia, uno de los recursos más importantes para una ciudad es el agua. ¿Cómo una ciudad puede proliferar en medio del desierto? Ubar floreció en torno a un oasis, con una gigantesca caverna subterránea donde se acumulaba agua. Tras cinco mil años de extraer agua de este manto freático, probablemente el suelo se reacomodó, devorando a la ciudad en el proceso. Cracked
Con esto aprendimos que nunca es bueno construir una ciudad sobre arena, mucho menos si se trata de una zona sísmica.
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