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Entre los brumosos registros de la historia frecuentemente resulta complicado discernir entre leyenda y realidad, tal es el caso de la historia del famoso hombre de montaña americano John Johnston. Es verdad que durante su vida se le llegó a conocer por varios nombres, pero en su momento fue más célebre por los motes de “Crow Killer” y “Liver-Eating Johnson” (“El asesino de cuervos” y “El come-hígados Johnson”).
Dicen que se ganó ese par de apodos gracias a su manía por asesinar indios Crow, mismos a los que cortaba para devorarles el hígado; una forma simbólica de comunicar su venganza. Su guerra personal contra la tribu Crow fue una promesa que se hizo para vengar el asesinato de su esposa, que fue muerta a manos de guerreros Crow en 1847.
Nace la leyenda de la montaña.
John Johnston habría nacido en algún punto del año 1824 con el nombre de John Garrison, y sus primeros años de vida son totalmente desconocidos. Algunas versiones dicen que se enlistó en la marina para pelear en la Intervención estadounidense en México, pero desertó después de haber golpeado a uno de sus superiores durante una discrepancia. Como haya sido, cuando cumplió veinte años de edad cambió su nombre a John Johnston y emprendió un viaje al oeste para convertirse en cazador y trampero, estableciéndose con John Hatcher, que se convertiría en su guía y maestro.
Hatcher – un hombre de montaña con cierta reputación – le ofreció un espacio a Johnston en su cabaña en el Little Snake River al norte de Colorado. Ahí, lo instruyó en el arte de ser un trampero, lo enseñó a cazar y le compartió las habilidades de supervivencia de todo hombre de montaña necesita para vivir y ganarse la vida. Johnston absorbió todo esto como una esponja, perfeccionó sus habilidades con un rifle Hawken calibre .30 y un cuchillo Bowie. Cuando Hatcher se retiró de los negocios en la montaña, varios años después, Johnston se quedó con la cabaña y se dirigió al valle Bitterroot de Montana, donde un año antes un subjefe indio de los Flathead le había ofrecido a su hija como trueque. Johnston hizo el cambio y regresó con su esposa a su cabaña en Little Snake River.
Durante ese viaje que se extendió por algunas semanas, la esposa de Johnston le enseñó el idioma Salish de su tribu, y él la enseñó a usar el rifle para que pudiera cazar y alimentarse durante el invierno, mientras él se encontraba lejos. Una vez que llegaron a la cabaña a inicios de otoño, Johnston pasó el resto de la estación recolectando una amplia gama de suministros para el invierno, y se fue a tender las trampas.
Empieza la venganza.
Cuando regresó a la cabaña en primavera, encontró un escenario espantoso. Los restos de su mujer – poco más que huesos después de permanecer a la intemperie durante meses – yacían sobre el suelo al lado de una puerta abierta en la cabaña. Estaba claro que había sido víctima de una cacería de los Crow. Peor aún, entre sus huesos había un pequeño cráneo… era el de su hijo no nacido. Tenía alrededor de siete meses de embarazo cuando la asesinaron.
Poco tiempo después empezaron a aparecer cadáveres de guerreros Crow con el cuero cabelludo arrancado a lo largo de las Montañas Rocosas del Norte y en las llanuras de Wyoming y Montana. A cada uno de estos desgraciados les habían arrancado el hígado y, presumiblemente, había sido comido por el asesino. Eventualmente otros hombres de montaña e indios se enteraron de la cacería por venganza de Johnston, y rápidamente le apodaron “Liver-Eating Johnson” (quitándole la “T” al nombre). También conocido como “The Crow Killer”, este hombre había emprendido una venganza solitaria y mortal contra toda la tribu Crow, y ningún guerrero Crow estaba a salvo de su ira.
Siguieron muchas muertes. Con el tiempo, los Crow decidieron agrupar a sus veinte mejores guerreros para embarcarlos en una misión de búsqueda y asesinato a Johnston. Nadie sabe cómo sucedieron las cosas en la batalla, pero ningún guerrero regresó a casa.
Johnston siguió su frenesí de asesinatos por años, y los Crow parecían incapaces de armar una estrategia de respuesta. Pero un invierno, mientras Johnston hacia un viaje de quinientas millas para visitar a sus parientes Flathead, fue emboscado por un grupo de guerreros Blackfoot que tenían la intención de llevarlo a los Crow y cobrar una buena recompensa. Los Blackfoot superaron a Johnston y lo tomaron prisionero, colocándolo en un tipi y atándolo con correas de cuero. Un joven guardia fue colocado justo afuera de la tienda. Pero Johnston demostró que era un prisionero incontenible.
En el interior, donde nadie podía verlo, Johnston se las arregló para masticar las correas de cuero que lo ataban, y salió del tipi. Cuando se enfrentó al guerrero que hacía guardia, Johnston – un sujeto de 1.8 metros y casi 90 kg – aterrizó un golpe devastador en la nariz del guardia que no tuvo ni tiempo de reaccionar. Johnston no perdió el tiempo y, con el mismo cuchillo del guerrero, le cercenó una pierna. Armado con la pierna como un objeto contundente y con el cuchillo, Johnston se abrió camino fuera del campamento Blackfoot y escapó al bosque.
Dado que tenía que hacer un viaje de regreso de doscientas millas hasta su cabaña, la pierna del guardia resultó ser algo más que un arma. La usó como fuente de alimento a falta de algo mejor que comer durante el crudo invierno, y la sostuvo hasta que llegó a su destino.
Tregua y paz.
Después de casi dos décadas e incontables muertes Crow, Johnston finalmente puso fin a su venganza contra los Crow y les declaró la paz. Esta tregua fue tan integra que posteriormente refirió a los miembros de la tribu Crow como “sus hermanos”.
El “come-hígados Johnson” jamás volvió a masticar otro hígado humano, pero durante la guerra civil se unió al ejército de la Unión en St. Louis. Se desempeñó como francotirador, y se retiró con honores un año después. Durante la década de 1880 lo nombraron ayudante del sheriff en Leadville, Colorado y más tarde mariscal de la ciudad en Red Lodge, Montana.
En diciembre de 1899, con setenta y seis años de edad, el Crow Killer fue ingresado en el hospital de veteranos de Los Angeles, donde murió el 21 de enero de 1900. Había experimentado una larga vida llena de aventuras, y su historia fue pasada de generación en generación. Aunque algunas de sus historias son comprobables, no cabe duda que muchos otros aspectos fueron agregados al paso de los siglos para embellecer la leyenda. La película Las aventuras de Jeremiah Johnson (1972) con Robert Redford está inspirada en su historia.
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