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Aquiles, el grandioso héroe griego cuyas acciones derrocaron a Troya, era hijo de una ninfa, Tetis, que se había involucrado con un mortal llamado Peleo. Sin embargo, Tetis no acepta la condición de mortal de su hijo e intenta transformarlo en un hombre con vida eterna.
Existen dos versiones sobre la historia del héroe donde Tetis intenta transformar al niño recién nacido en un hombre inmortal. En la primera, Tetis coloca al niño en un pozo, donde arden llamas rojas, todos los días para que el fuego lo vuelva inmortal. Cada día una parte del cuerpo es expuesta al fuego. Aquiles, sin saber hablar, no puede pedir ayuda y de su boca solo salen gritos de dolor. Cuando un talón de Aquiles era lo último que restaba por exponer a las llamas, aparece Peleo, que le quita el niño a Tetis acusándola de pretender matarlo y huye con su hijo.
En la segunda versión, Tetis baña a Aquiles en las sagradas aguas del río Estigia, sujetándolo de un talón (que al no ser bañado por el agua queda vulnerable). Entonces, como en la primera historia, aparece Peleo que le quita el niño a su madre acusándola de pretender ahogarlo y huye con el pequeño en brazos.
Cuando Peleo muere, Aquiles todavía es muy joven. Así, ante el abandono de la ninfa Tetis lo entrega a los cuidados de Quirón, un centauro. Quirón enseña a Aquiles a pelear, y este supera rápidamente las habilidades de su maestro.
Sin embargo, la guerra de Troya se aproxima y los griegos buscan un oráculo, este les dice que solo saldrán victoriosos si Aquiles lucha para ellos. Tetis se entera de esto y toma a Aquiles de la custodia de Quirón, disfrazándolo de mujer y llevándoselo a vivir a Esciros, entre las hijas del rey Licomedes.
Los griegos descubren que Aquiles se encuentra en Esciros y van a buscarlo, pero no logran localizarlo (ya que estaba disfrazado entre las hijas del rey). Entonces Ulises, sospechando algo, simula un ataque durante la noche y Aquiles se revela para defender Esciros. Ulises, con una sonrisa estampada en el rostro, logra convencer a Aquiles de que luche para los griegos.
Se desata la guerra de Troya. Los griegos conducen un ejército enorme a la batalla, y los troyanos tienen como aliados a Amazona y Etiopia.
En uno de los combates Aquiles enfrenta a Pentesilea, reina de las amazonas. La batalla es complicada, pero finalmente Pentesilea cae por la espada de Aquiles. Al contemplar los ojos de la amazona, caída en el suelo, Aquiles se encuentra a sí mismo. La misma valentía, el mismo brillo, la misma fuerza. Así Pentesilea cae por la espada y Aquiles cae por amor.
Después, Aquiles se desentiende de Agamenón y se rehúsa a seguir peleando. Patroclo, su mejor amigo, no acepta ver a los griegos muriendo por el orgullo de los dos hombres y pide prestada la armadura a su amigo. Aquiles se la da, aunque no de muy buena gana, pues tiene un mal presentimiento que después probó era verdadero. Patroclo fue desarmado por Apolo y cruelmente asesinado por Héctor.
Cegado por el odio, Aquiles vuelve a la batalla y desafía a Héctor. La batalla es épica y Atenea ayuda a Aquiles, mientras que Héctor es abandonado por Apolo. Finalmente Aquiles atraviesa la garganta de Héctor con su lanza, lo amarra a su coche y arrastra el cuerpo del troyano. Se cuenta que en esta batalla Aquiles usó armas confeccionadas por el artesano del Olimpo, Hefesto.
Príamo, rey de Troya, acude ante Aquiles, le besa las manos y le suplica que le permita llevarse el cuerpo de su hijo. Aquiles, viendo que el padre se humilla por amor, se lo concede.
Después viene la conocida historia del Caballo de Troya. Aquiles participa en la batalla. Su última batalla, pues tan pronto como el héroe da muerte al rey de Etiopía, el dios Apolo le entierra una flecha en el talón y Aquiles puede sentir el veneno penetrando su cuerpo. Las murallas de Troya, envueltas en llamas, reciben la última mirada del héroe. Aquiles perdió la vida y los griegos ganaron la guerra.
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