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No soy alcohólico.
Sé perfectamente que eso dicen todos los alcohólicos. Pero lo juro, no lo soy. Creo que solo tengo un pequeño problema con el alcohol. Hubo un incidente con una mujer que me hizo mantenerme sobrio, literal y metafóricamente. No era la primera vez que un encuentro con una mujer no había resultado en un final feliz para mí, pero esto hizo que empezara a cuestionar lo mucho que había bebido. Entonces decidí mantenerme siete días sin alcohol. Tengo una debilidad por el vino, pero decidí que no me pondría una gota de alcohol en la boca. Nada de cerveza, licores, ni ninguna otra cosa. Mi plan era pasar una semana bastante monótona, pero estaba determinado a superar el desafío.
El día después al desastroso encuentro (el día que decidí dejar de tomar), mi mejor amigo Nate empezó a presionarme para que probara un vino nuevo. “Tengo una botella increíble”, me escribió en un mensaje. “Se llama Vilordao Rojo. Pruébalo. Es el mejor vino del mercado. Pasa más tarde por la casa y compartamos la botella”.
Intenté explicarle que le estaba dando un tiempo a la bebida. Pero no hizo más que insistir. “Tienes que experimentar, te va a encantar. Vilordao Rojo. Solo una copa”.
Lo ignoré. Nunca antes me había presionado para que tomara una bebida alcohólica, por lo que supuse era un vino realmente bueno. Pero podía aguantarme una semana.
Lo extraño es que todo mundo comentaba sobre este vino. Fui al supermercado a hacer algunas compras y el joven de la caja me miró de forma bastante extraña. “¿Olvidó su botella de Vilordao Rojo?”, preguntó. “Es el mejor vino del mercado. Debe probarlo, le va a encantar”.
Le dije que había dejado de tomar y me devolvió una sonrisa amable, aunque extraña. Era una sonrisa muy falsa. “Solo una copa. Pruébelo”.
Pagué mis cosas y salí del lugar.
Mi amiga Autumn me invitó a cenar. Acepté porque creí que una cena en un restaurante me despejaría un poco la cabeza. Le dije muy específicamente que no tenía ganas de ir a un bar. Aceptó, y fuimos a cenar a un restaurante chino.
Nos sentamos en la mesa como de costumbre. Pedí pollo ajedrez. Ella pidió un platillo con carne de cerdo y una copa de vino Vilordao Rojo. Rodé los ojos. “¿Por qué todos están tan obsesionados con ese vino?”.
Autumn levantó la comisura de sus labios usando las yemas de los dedos. Era algo verdaderamente extraño. “Vilordao Rojo es el mejor vino del mercado. Vamos a compartir una copa”.
“¡No!”, respondí mientras retiraba las manos de sus labios. “Te acabo de decir que ya no tomo”.
“Vamos, querido”, me respondió pasándose la lengua por la comisura de la boca. “Tienes que probar. Te encantará”.
“¿A ver, qué tiene de especial ese vino?” Tenía ganas de levantarme e irme. Pero el mesero ya había vuelto a nuestra mesa con dos copas de vino. “Yo no pedí eso”, le dije con molestia.
“Pero es el mejor vino del mercado”, respondió ella. Uno de sus ojos estaba cerrado con fuerza. El otro ojo estaba abierto y moviéndose en todas direcciones de forma frenética. “Tienes que probarlo. Te encantará”.
Autumn levantó la copa. En lugar de beberlo, lo arrojó contra su cara. Aquel líquido rojo burbujeó al contacto con la piel. Manchó su vestido. Ya muy disgustado, empujé mi silla fuera de la mesa. Noté que todos los demás clientes nos estaban mirando. La mayoría también derramaba vino sobre su cuerpo, algunos en el rostro, otros lo hacían sobre el regazo.
“Autumn…” apenas pude hablar. Ella estaba de pie, con la falda levantada y su ropa íntima alrededor de los tobillos. Intentaba insertarse la copa de vino en el cuerpo. Grité. Parecía sentir dolor, pero no se detenía. Escuché cuando la copa se rompió y finalmente ella sonrió.
Aterrorizado, salí corriendo del restaurante. Los otros clientes habían empezado a dirigirse a mí. “¡Tienes que probarlo!”, “¡Solo una copa!”, “¡Te va a encantar!”. Abrí la puerta con fuerza y salí por la calle. Aquello no podía ser real. Todos los transeúntes volteaban a verme. Tenían expresiones extrañas en la cara. Algunos sostenían la piel de sus rostros con las manos en posiciones extrañas. Otros tenían la boca abierta. Entré a mi auto lo más rápido que pude y me dirigí a casa.
Ni siquiera encendí la radio por el temor a escuchar sobre el Vilordao Rojo.
Me estacioné al frente de la casa. Gracias a Dios la calle estaba vacía. Caminé en dirección a la entrada y allí había una mujer de pie. Completamente desnuda. Su pelo era una maraña de cabellos rojos. Retrocedí, pero ella empezó a hablar.
“¿Por lo menos lo probaste?”, alzó las manos y se acomodó el cabello. Era Marcia – la mujer del último encuentro. La del incidente. Ya no estaba sonriendo. Tenía moretones y heridas en la espalda y brazos. “Te encantará, te lo prometo…”, me susurro.
“Marcia, lo siento mucho…”, dos lagrimas escurrieron de mis ojos.
“Experimenta”, me dijo entre dientes. Se metió la mano en la boca y parecía deslizarla a través de su garganta. Metiendo el puño hasta muy adentro, sacó algo. De su interior salió una botella de vino. Goteaba con algo que había en su estómago. “Te encantará”.
Casi vomito. Marcia arrojó la botella de vino en el piso de concreto. Estalló. La sustancia roja manchó el suelo con grandes coágulos oscuros. Miré a Marcia y ahora estaba totalmente vestida. Me sonreía. “Lame la tierra”, me dijo con satisfacción. “Lame como una perra”, y se rió.
Corrí a la parte trasera de la casa. Logré alcanzar la puerta, las llaves temblaban en mis manos. Estaba temblando de miedo. Finalmente logré abrir la puerta y caí en el suelo de la cocina. Cerré inmediatamente.
Y aquí es donde estoy ahora, encerrado en casa. Puedo escuchar a Marcia allá afuera. Sé que hay más allí porque reconocí la voz de Nate y Autumn junto a la de ella. Creo que hasta puedo escuchar la voz de mis padres. Todos me dicen que pruebe el vino. Que me encantará. A veces puedo escuchar las copas chocando. A veces escucho gritos. No sé qué está pasando allá afuera. Tengo demasiado miedo como para mirar.
Mi hermano mayor está hablando conmigo por el agujero de la cerradura. Me está pidiendo que pruebe el vino. A él le gusto. A mí también me encantará.
Un texto de EZmisery, traducido y adaptado por Marcianosmx.com
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