Bajo las ruinas del templo budista Bao’en, en Nankín, China, miembros del Instituto Municipal de Arqueología encontraron dentro de una cripta subterránea lo que suponen es un trozo del cráneo de Buda – muy bien resguardado al interior de una urna con más de un milenio de antigüedad.
El hueso es el parietal – que forma parte de la estructura superior de los laterales del cráneo. Con un simple vistazo a uno de estos fragmentos, es prácticamente imposible saber con certeza si perteneció a Buda, pero los científicos ponderaron esta hipótesis debido a la forma en que estos restos fueron sepultados: los encargados del proceso tuvieron un cuidado extremo – y, creo que todos estamos de acuerdo, nadie hace eso con un muerto cualquiera.
El hueso fue colocado al interior de una pequeña caja de oro de 15 cm, la cual fue sellada y puesta a su vez en una caja de plata un poco más grande. Después, la segunda caja fue guardada en una estupa (una especie de urna) de 1.2 metros de altura, construida con madera de sándalo, oro y plata – decorada con cristales, ágata y lapislázuli.
¿Crees que es mucho? Apenas empezamos: esta elegante estupa estaba oculta en una pesada caja de hierro, que fue guardada en un cajón de piedra más pesado aún y, ya para terminar, todo fue enterrado bajo el templo Bao’en.
Todo este cuidado con la sepultura no es la única evidencia de que el hueso pudo ser de Buda. En la estupa donde se encontró el fragmento, también hay una serie de inscripciones donde se indica que aquel era el hueso del iluminado. Además, también encontraron varias ilustraciones donde se reconstruye su vida, desde su nacimiento hasta la parinirvana – iluminación.
Los escritos explican que a la muerte de Buda (entre el 268 y 232 a.C.), su cuerpo fue cremado y lo que restó de los huesos se dividió en 84 mil partes – 19 de estas partes fueron escondidas en China, en lugares diferentes. Según las inscripciones, el hueso parietal que fue descubierto ahora estaba resguardado en otro templo, que fue destruido por una guerra. Por eso, en el 1011 d.C., lo transfirieron a una cripta con más capas de protección, bajo Bao’en, donde los científicos finalmente lo encontraron.
Incluso con todas estas pistas, los arqueólogos no están cien por ciento seguros de que se trate del hueso de Buda – las evidencias son circunstanciales: simplemente son parte de la historia, y no prueban nada como válido. Incluso así, es un descubrimiento que muestra hasta qué punto llegaban las personas, hace milenios, para proteger los restos mortales de las personalidades importantes.
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