Cuando se investiga a Tesla, es muy probable que terminemos encontrándonos con una teoría bastante inusual. Después de todos esos años de reflexión y estudio sobre la vida humana, Tesla escribió en su autobiografía una conclusión al respecto. Para el genio croata, todos los seres humanos no pasamos de simples “autómatas” (recordemos que el término “robot” no fue acuñado sino hasta después de la obra teatral R.U.R. (Robots Universales Rossum), en 1920, creada por Karel Čapek).
Y como tales, no tendríamos libre albedrio, siendo que “nuestras acciones son el resultado de una manipulación de fuerzas que tiene como propósito la manutención de la vida”, independientemente de lo que sea necesario hacer. La teoría de Tesla menciona:
Nuestros cuerpos están constituidos de forma semejante y están expuestos a las mismas fuerzas externas. Esto resulta en una respuesta semejante y en la concordancia de las actividades generales en que están basadas todas nuestras reglas y leyes, sociales o no.
Somos semejantes a los autómatas completamente controlados por las fuerzas del entorno, siendo llevados de un lado a otro como trozos de corcho en la superficie del agua, pero los resultados de los impulsos externos son mal interpretados como libre albedrio. Los movimientos y otras acciones que llevamos a cabo siempre están ligados a la preservación de la vida, y aunque aparentemente sean independientes entre sí, estamos conectados a ellos por lazos invisibles. Mientras el organismo está perfectamente en orden, responde con precisión a los agentes que lo estimulan, pero a partir del momento en que ocurre algún desacierto en un individuo, ese poder de auto preservación se ve perjudicado.
Por supuesto todos comprenden que si nos quedamos sordos, si nuestros ojos se debilitan o si nos herimos un miembro, disminuye la probabilidad de una vida prolongada. Pero eso también es verdad, y quizá aún más, para ciertos defectos del cerebro que le quitan al “autómata”, en mayor o menor medida, esa cualidad vital y lo precipita a la destrucción. Un ser muy sensible y observador, con su mecanismo intacto altamente desarrollado y actuando con precisión según las condiciones variables del ambiente, está dotado de un sentido transcendental que le permite escapar de peligros tan sutiles que pasan completamente desapercibidos.
Cuando entra en contacto con otros seres cuyos órganos de control están radicalmente defectuosos, ese sentido se impone y él siente el dolor “cósmico”. La verdad sobre esto se corroboró cientos de veces, e invito a otros estudiosos de la naturaleza a dedicar atención a este tema, a la creencia de que, a través del esfuerzo sistemático combinado, puedan alcanzarse resultados de incalculable valor para el mundo.
Yo y la energía, Nikola Tesla (Págs.: 114-115).
Tesla tenía cierta obsesión por estas ideas e incluso llegó a crear autómatas de diversos tipos que presentaba en las exposiciones. El genio solía divertirse con la cara de los espectadores cuando se llevaban una sorpresa ante sus inventos. Sin embargo, el espíritu inventivo de Tesla no podía ser contenido y terminó desbordándose en sus creaciones sobre autómatas. En uno de los relatos no relacionados con el libro antes mencionado, sino compilados por los historiadores, se dice que Tesla dejó sus avances con los autómatas cuando creyó que había llegado demasiado lejos con la Teoría del Autómata Perfecto.
El autómata perfecto.
El Boston Consulting Group prevé que para el año 2025, hasta una cuarta parte de la fuerza laboral en el mundo será sustituida por los robots, mientras que un estudio de la Universidad de Oxford concluyó que un 35% de los empleos actuales serán relevados por las máquinas. ¿Preocupante, no? Pero mucho más inquietante es la Teoría del Autómata Perfecto.
Investigando (bastante profundo en la web) se llega a una teoría de conspiración relacionada con JP Morgan, supuestamente este personaje habría hurtado inventos de Tesla para después venderlos al gobierno de los Estados Unidos. Quizá a muchos no les parezca una novedad, dado que existen muchas pruebas de que ese robo y posterior transacción realmente tuvo lugar. Lo verdaderamente enigmático es que entre ese paquete vendido al gobierno se encontraba el proyecto del autómata perfecto.
Si eres un nerd o algo por el estilo, pensarás que se trata de una fusión entre Brainiac y Luthor. Sin embargo, se aproxima mucho más a las ideas epistemológicas de San Agustín sobre la forma en que funcionaba el conocimiento de los ángeles y de Dios: cuando nuestros sentidos humanos se encuentran con un objeto, se nos hace posible adquirir conocimiento a partir del momento en que nos proponemos observarlos y, a través de la razón, descubrir cuáles características, parámetros, medios y fines constituyen dicho objeto; sin embargo, por mucho que nos esforcemos, difícilmente lo sabremos todo. Los ángeles y Dios, según las ideas de San Agustín, al observar un objeto lo sabrían todo de inmediato, adquiriendo todo el conocimiento posible sobre dicho objeto.
La historia del Autómata Perfecto tiene que ver con un proyecto de Tesla que fue vendido al gobierno de los Estados Unidos. El genio croata habría inventado un robot, con apariencia humana y capacidad de raciocinio, capaz de escanear el planeta entero, asimilar toda la información, analizarla y, finalmente, conocer cada detalle de todo lo que existe en nuestro mundo. Cómo se las arregló el genio para lograr esto sin un sistema computacional es imposible de saber.
La teoría de conspiración dice que el gobierno estadounidense desestimó el proyecto por no encontrarle “finalidad de uso”. Sin embargo, a comienzos de la década de 1950, la CIA mostró interés en aquel proyecto olvidado, poniéndolo al frente en el desarrollo secreto del proyecto MK Ultra.
Pero, nadie sabe si el Autómata Perfecto llegó a concluirse dentro de MK Ultra. Aunque si consideramos la hipótesis de que el proyecto haya tenido el éxito esperado, solo restan dos escenarios: que el robot creado sea activado en el futuro para alcanzar algún propósito deseado o que ya lo hayan hecho en el pasado.
El segundo escenario parece poco probable, pues la lógica nos dice que seríamos incapaces de controlar un robot con tal capacidad, y que lo único que podemos esperar es una especie de Skynet. O que quizá el robot ya escaneó todo y decidió que “hacer el bien” es el mejor camino… pues de lo contrario, un robot con esa capacidad podría dominar y subyugar a una civilización como la nuestra con mucha facilidad.
El artículo Teoría del Autómata Perfecto fue publicado en Marcianos.
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