Cuando damos un regalo solemos definir el éxito a partir de la reacción generada en la persona a la que se entrega. Es simple: entre más emocionada se vea la persona por el obsequio, mejor pensada parece haber sido nuestra elección. Puede que así lo parezca, pero no se trata simplemente de sentido común – esto tiene una base científica, de acuerdo con una investigación publicada por la Universidad de Indiana.
Sin embargo, alcanzar el éxito a la hora de entregar un regalo no siempre es tarea fácil. Puede suceder que, en el intercambio, te toque alguien a quien no conoces muy bien, una persona a la que hubieras preferido no regalar o, en el peor de los casos, un individuo sobre el que no tienes ni la más mínima idea de lo que le gustaría recibir.
Pensando en esta situación, en Quartz repasaron una serie de técnicas para actuar de la forma indicada. Se trata de cinco filosofías distintas que intentan ayudarte a elegir el regalo ideal entre un mar de posibilidades. Evidentemente, no es una solución definitiva. Sin embargo, en los intercambios de este fin de año o en las reuniones familiares, podrían ayudarte a esquivar eventuales dudas crueles y situaciones aparentemente sin solución.
La técnica del “yo lo hice”.
Hacer algo con mano propia requiere de un buen nivel de compromiso: dedicaste un tiempo, replanteaste tu rutina y realizaste una tarea con el único objetivo de presentar todo este trabajo a alguien. En este caso, las habilidades culinarias o de un artesano suelen distinguirse. Hacer un regalo que tenga el rostro de la persona y que sea sencillo, pero bien pensado, no deja mucho margen al error.
Aquellos que no tienen talento con las manualidades pueden elegir otras alternativas, como un recuerdo único de algún lugar que se visitó. Imagina recibir, en un contenedor curioso, una porción de arena recogida directamente del Sahara. A menos que tengas aversión por los climas desérticos, es imposible negar que se trata de un regalo especial.
La técnica de Santa Claus.
También referida como “técnica de los jeans”, implica obsequiar exactamente aquello que la persona pidió. ¿En la lista de sugerencias se menciona un disco de Shakira? Dáselo. ¿El artículo elegido es un par de sandalias hawaianas? Busca un par que se diferencie del resto, de preferencia con un estampado neutro.
De la misma forma que te sentirías si te dieran unos jeans, la persona no quedará totalmente emocionada por el presente, pero al menos no lo cambiará por algo de menor valor a la primera oportunidad. En este caso, las ganas de agradar son menores que el compromiso por no decepcionar – como cuando te toca un jefe más reservado, o ese primo distante que te cae bien, pero hace mucho que no ves.
La técnica del amigo a la vieja usanza.
¿Cuándo fue la última vez que redactaste una carta? Si no puedes recordarlo, quizá no hayas tenido la oportunidad de, en un pasado reciente, haber leído un texto escrito por alguien especial.
Pese a que no se recomienda para ocasiones formales en un intercambio de regalos – a no ser que te importe un comino esa mirada de incredulidad del amigo que esperaba algo, digamos, menos simbólico – esta técnica puede ser una alternativa para obsequiar un recuerdo inesperado. Decir a la persona lo mucho que te agrada ayuda a estrechar lazos de forma más consistente que un regalo bien planeado, desprovisto de todo ese afecto que sólo las palabras pueden contener.
La técnica del pequeño detalle.
Aquí encaja perfectamente ese amigo que suele decir: “oye, no quiero nada especial” o “hombre, no te hubieras molestado con esto”. En la mayoría de los casos, estas personas se sienten exactamente así: no tienen problema si te apareces con algo hecho a mano o con un producto importado en el que gastaste un buen billete.
Pero, en lugar de elegir un objeto que no hará más que acumular polvo sobre un estante, vale la pena elegir algo realmente útil. Por eso, son buenas ideas aquellos regalos que simplifican la vida de la persona permitiéndole disponer una mayor cantidad de tiempo para hacer las cosas que le gustan – por ejemplo, un cuchillo de cerámica es una buena opción en este caso, sobre todo si a tu amigo le gusta pasar tiempo en la cocina.
La técnica de lo que no se necesita.
Si una de las técnicas antes mencionadas se enfoca en la simplicidad, esta desestima por completo eso de que “menos es más”. El regalo más genial que se puede recibir es aquel que nadie requiere tener. La lista es larga: puede ser un cuchillo de cerámica, un ajedrez con piezas de vidrio, una lujosa vela aromática, etc.
Debe ser algo extravagante que, al principio, no tenga un propósito definido, pero que conquiste a la persona posteriormente, provocándole la reflexión o despertándole un gusto que ni siquiera pensaba podía tener.
El artículo 5 técnicas para elegir el regalo de fin de año fue publicado en Marcianos.
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