Algunos reportes de crímenes alrededor del mundo llegan a causarnos sorpresa e incredulidad. Ya sea por periódicos, Internet, televisión o radio hasta nosotros llega la noticia y resulta inevitable pensar: ¿esto es verdad?, ¿será posible que un ser humano haya tenido el valor de cometer actos tan brutales y desprovistos de empatía? Desafortunadamente, cuando se anda por la vida hay algo que jamás se debe subestima: la capacidad que tienen algunos individuos de llevar a cabo actos perturbadoramente sádicos.
Cuando constatamos la maldad que una persona puede llegar a poseer, cometiendo actos en los que el horror supera a la comprensión, si no nos detenemos a pensar un poco, tendemos a buscar una explicación en fuerzas sobrenaturales. Por sí sola, la idea de que un miembro de nuestra especie pueda llegar a ser tan cruel, parece repulsiva.
Así sucedió con un caso que la prensa en Rusia cubrió de forma amplia. Una serie de hechos que nos hace pensar si los humanos carecemos de un límite o simplemente tocamos fondo.
Un teléfono celular perdido.
Nuestra historia inicia con un acontecimiento totalmente trivial: la pérdida de un teléfono celular. El dispositivo quedó olvidado en una caseta de autobús y fue encontrado por una cuadrilla de trabajadores que hacían reparaciones a la calle el día 11 de septiembre de 2017.
El acceso al contenido del teléfono estaba totalmente expuesto, sin ningún tipo de bloqueo, por lo que los trabajadores accedieron al contenido con la esperanza de encontrar información que los llevara hasta el propietario. Fueron las buenas intenciones de estas personas lo que permitió realizar el impactante descubrimiento.
Macabro hallazgo.
Almacenadas en la tarjeta de memoria de este teléfono celular, encontraron decenas de fotografías protagonizadas por una pareja que posaba de diversas formas frente a lo que aparentemente eran cadáveres humanos. Se trataba de selfies en las que el mismo hombre o la misma mujer posaban frente a cuerpos terriblemente mutilados.
En una de estas imágenes, quizá la más aterradora, la cabeza de una mujer fue colocada en una bandeja y adornada con frutas alrededor. En otra, como si se tratara de una película de terror, la pareja esbozaba una enorme sonrisa mientras observaba un cuerpo desmembrado dispuesto sobre una mesa servida. El hombre también aparecía con una mano cercenada en la boca mientras sostenía en cada una de sus manos un cuchillo de carnicero.
Además de las imágenes de este par interactuando con los restos, también se encontraron fotografías de miembros amputados envueltos en papel aluminio y almacenados en un congelador: pies y manos que daban forma a una macabra colección de trofeos. Los empleados quedaron aterrados y decidieron dar aviso a la policía.
Natalia y Dmitry Backsheev.
A los agentes del orden no les llevó mucho tiempo dar con los responsable. El teléfono era propiedad de un hombre de 35 años llamado Dmitry Backsheev residente en la ciudad de Krasnodar, en una región al sur de Rusia. Backsheev no tenía ningún tipo de historial criminal y trabajaba como celador en la academia de aviación militar de la zona.
Se encontraba casado con Natalia Backsheev, una mujer de 42 años que trabajaba como asistente de enfermería en la misma academia que su esposo. Vivían en un departamento de la calle Dzerzhinskogo, en un típico vecindario como todos los de Krasnodar.
La policía estableció un vínculo entre estás fotografías y el hallazgo, varias semanas antes, del cadáver de una mujer que había sido cercenado y arrojado en un campo de entrenamiento que pertenecía a la academia militar. Este cuerpo fue desmembrado por un criminal que dispuso los fragmentos en una bolsa y un costal. Sin embargo, faltaban algunas partes.
Se manejaba la teoría de que había sido obra de la mafia rusa que opera en Krasnodar, cuyas acciones suelen ser particularmente crueles y violentas. Sin embargo, con la evidencia encontrada en el teléfono celular todo apuntaba a Natalia y Dmitry.
El apartamento de la perversión.
Un grupo de agentes del orden conformado por policías y detectives solicitó el apoyo de soldados fuertemente armados para catear el domicilio de los supuestos responsables. Cuando tocaron a la puerta, Dmitry abrió sin oponer resistencia y los dejó entrar. El hombre acababa de despertar, llevaba puesta una sudadera y la verdad es que no mostró ningún tipo de nerviosismo.
Cuando le mostraron la orden y le explicaron el motivo de la presencia policial, se limitó a sonreír y a continuación les dijo que lo que buscaban se encontraba en la cocina. Mientras los soldados lo vigilaban en la sala de estar, los detectives no daban crédito a las macabras evidencias que lo confirmaban como el asesino de aquella mujer descuartizada. Sin embargo, las sorpresas que guardaba aquella residencia apenas empezaban.
Además de los restos pertenecientes a la mujer encontrada en el campo militar, había muchos otros. Todos habían sido cuidadosamente empacados en plástico o papel aluminio y ordenados en un congelador. En uno de los compartimentos encontraron una serie de cabezas humanas momificadas, en otro encontraron dedos, manos, genitales y otros fragmentos de anatomía humana.
Dos grandes frascos de vidrio en el refrigerador exhibían otra serie de restos humanos preservados en vinagre. Cuando le preguntaron la cantidad de víctimas a las que había quitado la vida, Dmitry respondió que empezó a matar desde 1999 y no llevaba una cuenta de sus crímenes. Finalmente, cuando le preguntaron el motivo para almacenar los restos, ni siquiera titubeo al responder: “me los comía”.
Intento de escape.
Natalia regresó del trabajo mientras la casa era cateada, intentó huir pero terminaron atrapándola. La introdujeron al apartamento y la pusieron al lado de su esposo. A diferencia de Dmitry, que había estado tranquilo durante el interrogatorio, Natalia reaccionó de la peor forma y tuvo que ser esposada. Mientras se sacudía frenéticamente, gritaba que los agentes no tenían derecho a estar en su casa y que debían largarse.
Cuando la confrontaron con los macabros hallazgos, la mujer intentó escapar lanzándose por la ventana, pero lograron contenerla. Durante todo el trayecto a la estación de policía local, Natalia intentó morder a los policías hasta que un médico le aplicó un sedante.
La evidencia del canibalismo.
En aquel minúsculo departamento de una habitación, la policía seguía descubriendo evidencia del extraño estilo de vida que llevaba este matrimonio de caníbales rusos. Encontraron sartenes y freidoras sucias, cuchillos de carnicero mal lavados y otros artefactos – entre los que había una cortadora eléctrica que probablemente usaban en la cocina. En la habitación encontraron varias cintas, revistas y juguetes para adultos, así como cráneos y otros huesos humanos almacenados en una mochila de gimnasia.
Al interior de una caja encontraron otra cabeza momificada, pelucas, sombreros y lentes oscuros. El baño, donde podía percibirse un fuerte olor a medicamento, reveló un frasco y ampollas de Corvalol, un potente tranquilizante y relajante muscular basado en el fenobarbital comercializado en Rusia. La sustancia había sido robada de la enfermería donde trabajaba Natalia en la academia militar. En una de las gavetas se encontraron varias drogas ilegales.
En la computadora, la policía encontró cientos de registros fotográficos semejantes a los descubiertos en el teléfono celular de Dmitry. Encontraron fotografías de platillos preparados con carne humana, de la pareja en escenas sexuales rodeados por restos humanos y la perturbadora evidencia de su canibalismo. Además, en una carpeta se encontró un archivo titulado “Lecciones en video para caníbales”, un contenido que circula en la Deep Web y parece servir como recetario para esta clase de ser humano perturbado.
Las confesiones de Dmitry Backsheev.
Una vez en la estación de policía, fueron separados y llevados a prisión. Natalia seguía gritando, ordenándole a su esposo que no dijera nada hasta que llegara el abogado. Sin embargo, apenas entró en la sala de interrogación, Dmitry soltó toda la sopa. Parecía excitado de poder sacar a la luz su aterradora historia.
Inicialmente confirmó el asesinato y desmembramiento de la mujer encontrada en el campo de entrenamiento. Aclaró que las fotografías encontradas en el celular tenían una semana, cuando decidieron preparar los restos para comerlos en una celebración por un aumento que había recibido en el trabajo. Dmitry no conocía a la víctima, la atrajo con la promesa de obsequiarle drogas que habían sido mezcladas con el antes mencionado Corvalol.
Cuando la mujer cayó bajo los efectos del medicamento, se desmayó y a continuación le quitó la vida degollándola. Sin perder tiempo, desmembró el cuerpo, guardó los trozos que le interesaban (cabeza, manos y una parte de la pantorrilla) y se deshizo del resto. Los impactados investigadores descubrieron que había estado haciendo lo mismo desde 1999.
El modus operandi de los caníbales.
Dmitry prescindió de la asesoría de un abogado y empezó a hablar sin detenerse durante más de cuatro horas. Reveló decenas de crímenes y, según sus propias estimaciones: “sumarían más de 15 y menos de 30”. El modus operandi se mostró exitoso por lo que no cambió durante estos 18 años, solía atraer a las víctimas ofreciéndoles drogas ilegales o que había conseguido en la academia.
Natalia tenía el conocimiento esencial sobre el funcionamiento de estas sustancias a las que agregaba ciertas dosis para neutralizar a las víctimas. Cuando perdían el conocimiento, Dmitry las asesinaba, generalmente asfixiándolas con una bolsa plástica en la cabeza o degollándolas. A continuación procedía con el desmembramiento y llevaba las partes que deseaba para experimentar con sus horrendas prácticas culinarias.
Dmitry reveló que la idea de comerse a las víctimas provino de Natalia, bajo el argumento de que así podían librarse con mayor facilidad de los cuerpos. Sin embargo, los caníbales rusos empezaron a desarrollar un gusto especial por la antropofagia, convirtiendo así la conveniencia de la práctica en un motivo para seguir asesinando.
El caníbal relató las diversas formas en que preparaban las partes para que adquirieran un sabor exquisito. Sin embargo, aclaró que guardaban estas partes para eventos especiales, como el aumento de sueldo en su trabajo. Además, solían guardar algunas partes de sus víctimas como “recuerdo”.
“Gato por liebre”.
Sin embargo, la parte más asquerosa del interrogatorio llegó cuando Dmitry confesó haber asesinado y descuartizado a víctimas en Omutinski, una ciudad rural donde había vivido antes de mudarse a Krasnodar. El criminal tenía contacto con el dueño de un matadero y en la época trabajaba como vigía en una granja de puercos.
Relató a los investigadores que molió los restos de algunas víctimas y los hizo pasar por carne de cerdo que vendió para que se fabricaran diversos productos. Dmitry relató que esto había tenido lugar entre 2008 y 2009. Peor aún, la pareja presentó una solicitud para que le permitieran vender almuerzos y bocadillos (entre los cuales incluían una torta de carne molida muy común en Rusia) en la academia de aviación, afortunadamente aún se encontraba en revisión.
También confesó que estaba consciente sobre la pérdida del teléfono celular y de que lo descubrirían si examinaban el contenido del mismo. Dmitry no le dijo a Natalia que había perdido el celular, en lugar de eso, compró uno similar y fingió que nada había sucedido. Dijo tener miedo a la reacción de su esposa y por eso prefirió esconder su descuido.
Mientras Dmitry revelaba todos sus secretos, Natalia se negaba a confesar. Fingió un ataque epiléptico y cuando el médico acudió a asistirla, intentó escapar nuevamente. Finalmente, terminaron transfiriéndola a una unidad psiquiátrica para evaluación, toda vez que alguien sugirió que probablemente padecía alguna enfermedad mental. Sin embargo, la evaluación comprobó que gozaba de una perfecta salud mental y cognitiva, y que simplemente intentaba hacerse pasar por loca.
Las víctimas.
Las investigaciones de la policía rusa se enfocan en el último asesinato con el objetivo de mantener a los caníbales rusos en prisión. A futuro, con ambos condenados por este crimen, los fiscales pretenden procesar al matrimonio por los otros homicidios en los que son sospechosos. Todavía no existe un consenso sobre las víctimas que pudieron acumular a lo largo de su carrera delictiva, pero se cree que el número puede rebasar las 30. Todos estaban catalogados como desaparecidos.
Los análisis preliminares realizados a los restos encontrados en el apartamento permitieron establecer la identidad de al menos 7 personas, otros más fueron identificados sólo a través de un examen de ADN. En los archivos policiacos de esta zona hay una gran cantidad de desaparecidos, lo que desató una multitud de amigos y familiares que procuraban identificar los restos.
Existía un rumor en Krasnodar sobre un asesino en serie que atacaba a habitantes de la región, cobrándose víctimas en las inmediaciones de la academia militar. Estas víctimas generalmente eran vagabundos, drogadictos o prostitutas y, por su posición social, los crímenes no llamaban tanto la atención. De acuerdo con los medios, se había generado la teoría de que se trataba de un “vagabundo caníbal”.
Todo sugiere que la macabra carrera criminal de los caníbales de Krasnodar, como ha sido apodado el matrimonio, llegó a su fin. Ambos están aislados en un área especial de la prisión tras haber recibido múltiples amenazas. Toda vez que Dmitry colabora abiertamente con la policía, esperan armar un caso sólido que conduzca a la pena de muerte o prisión perpetua para ambos.
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