Mientras escribo esto me encuentro en una cafetería de Estocolmo. Aún no es demasiado tarde, pero afuera ya está completamente oscuro y hace un frío terrible. El típico invierno suizo. ¡Por Dios! La gente a mi alrededor ha empezado a observarme. Probablemente tenga la apariencia de alguien que acaba de ver un fantasma… y quizá así fue. Por ahora no puedo regresar a casa, y tampoco sé que debo hacer.
Todo comenzó en la escuela (estudio para convertirme en un diseñador instruccional). Usábamos las computadoras portátiles en clase y se nos había dado la tarea de escribir instrucciones sobre cómo caminar de la Estación Central al Palacio de Estocolmo (un recorrido de 15 minutos a pie). El objetivo era aprender a escribir instrucciones pedagógicas básicas. Y como mis habilidades de orientación no son algo que me orgullece, recurrí a Google Maps para hacerme la tarea más fácil.
Me ubiqué en la estación central y cambié la vista a Street View, de forma que pudiera llevar a cabo el pequeño recorrido de forma virtual. Me mantuve atento a los edificios, las señales y cualquier otra cosa que pudiera utilizar como referencia para mis instrucciones. Todo iba perfectamente normal hasta este punto. Entonces lo vi. Un libro. No se trataba de un libro real. Evidentemente era un libro animado, dispuesto sobre el piso como si se tratara de realidad aumentada.
Cuando hice clic sobre el objeto (porque quién diablos no lo haría) la vista hizo un acercamiento. En la cubierta podía leerse “Myst”. En ese momento la sorpresa aún me resultaba positiva. Solía amar ese juego cuando era pequeño. Para aquellos que son demasiado jóvenes como para saberlo: Myst es un antiguo juego tipo puzzle donde te desplazas alrededor de una isla desierta, haciendo clic en diversos puntos como lo harías en Google Street View.
Lo primero que se me vino a la mente fue que se trataba de un huevo de pascua en Google Maps así que, naturalmente, hice clic en la cubierta del libro. De repente, la imagen me transportó a la isla del juego. No había visto aquellos gráficos desde que era un niño, pero los reconocí de inmediato. Aunque, algo se sentía distinto. No puedo describirlo con palabras, pero una especie de sensación extraña se apoderó de mí. Era una especie de nostalgia oscura, como cuando entras a un lugar olvidado de tu pasado que no ha cambiado. Un sitio que parece haber esperado tu regreso.
Recorrí un poco el escenario. No tenía los altavoces encendidos pero hasta donde podía recordar el juego no hacía demasiado ruido. De repente, el maestro requirió nuestra atención, así que cerré la computadora y pretendí escuchar lo que estaba diciendo. En realidad, lo único que quería era seguir explorando aquella isla 3D de diseño precario. Cuando salí de la escuela ya estaba oscuro. Impulsado por la curiosidad y la ansiedad, me apresuré a llegar a casa.
Apenas entré, fui directamente a la computadora. Aún me encontraba en la isla de Myst en Google Maps, parado sobre un muelle que daba a un par de engranajes gigantes. Por toda la isla había un montón de estas misteriosas estructuras. Cuando activé los altavoces me di cuenta que había algo realmente extraño con el juego. Verás, en el juego original el único sonido presente era el del agua, el viento y algunos pájaros. Creo recordar que en ocasiones se reproducía algún tipo de música. Pero ahora… ese sonido me producía escalofríos.
Lo que escuché en los altavoces parecía un llanto débil. No era el llanto de un bebé, pero definitivamente se trataba de un niño. Un poco contrariado seguí recorriendo la isla. Me percaté que el llanto se hacía más débil mientras me acercaba a los engranajes, así que giré y me dirigí a la biblioteca (un edificio que tenía la apariencia de un templo romano o algo de esa clase).
Entre más me acercaba a la biblioteca, más fuerte se hacía el llanto. Aunque era extraño, supuse que se trataba de una alteración en el código del juego. Eventualmente, entré en la biblioteca y al mismo tiempo el llanto se detuvo. Había un libro en el piso que supuestamente no debía estar ahí (pese a que el juego utilizaba libros como portales a otros mundos).
Este libro era negro. Lo extraño fue que, aunque sabía que el libro no estaba originalmente en el programa, me resultó bastante familiar como si formara parte de un recuerdo distante. Un recuerdo vago pero fuertemente cargado de tristeza.
Hice clic sobre el libro para ver el título. “Fblurbg”, indicaba con letras color oro sobre la portada. No comprendí la palabra pero una especie de pánico primal se generó en mí. Empecé a sudar mientras el corazón se aceleraba cada vez más. No podía entrar en aquel libro, o mejor dicho, no quería hacerlo. En lugar de seguir, hice clic en la esquina y me alejé de libro. Después me giré para encontrarme con la puerta de salida de la biblioteca. Allí estaba, la fuente del sonido.
No estaba preparado y me levanté del susto con las manos en la boca. En la pantalla, bloqueando la puerta de salida de aquella biblioteca, se encontraba un niño. Pero no fue su repentina aparición lo que me aterró. Sino algo que había olvidado sobre él y había regresado de repente. Lloré. Hacía tanto tiempo… ¿cómo era posible? El niño frente a aquella puerta… era mi amigo.
Aquel con el que solía jugar Myst cuando era pequeño. El niño que desapareció durante las vacaciones de verano de 1994 y nunca fue localizado. De repente regresaba a mí. Una vez fue un amigo muy cercano. Su nombre era Peter. Y simplemente desapareció. ¿Cómo pude olvidar algo tan importante?
Con las manos temblorosas y un nudo en la garganta hice clic sobre aquel personaje. Pero en el siguiente cuadro, simplemente se alejó dándome la espalda. Volví a hacer clic. Lo mismo. Era como si quisiera alejarse de mí. Seguí haciendo clic. Peter, o lo que sea que haya sido, bajó por el muelle donde aparecí por primera vez en la isla.
Cuando llegué hasta allá, se había ido. Pero había otro libro en el suelo, en cuya portada podía leerse “Casa”. Hice clic inmediatamente y me regresó al lugar donde había encontrado el primer libro. Miré alrededor y observé al niño. Continué dándole seguimiento. Se encontraba en cada fotografía en dirección a la Estación Central. Lo seguí. En ese momento tenía ganas de llorar, pero también había un sentimiento en lo más profundo que no podía explicar: culpa.
Seguí a este niño por la ciudad durante aproximadamente una hora, y entonces me quedó claro. Él sabía perfectamente a donde dirigirse. Estaba a tan sólo una cuadra de mi apartamento. Entré en pánico como nunca antes en mi vida. Cerré la computadora y la tire al piso (sí, ahora escribo desde mi teléfono), después me vestí a las prisas y salí corriendo. Corrí como loco.
Y eso me trajo a este preciso instante, en este café donde me oculto de mi amigo… el que desapareció cuando yo era un niño. Por favor, ayúdenme. No puedo ir a casa. No tengo amigos cercanos a quienes acudir. Ahora que lo pienso, no he tenido amistades cercanas desde que era un niño… cuando mi mejor amigo desapareció sin dejar rastro. ¿Cómo pude olvidarme de él?
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