¿Has tenido algún apodo que simplemente odias? Probablemente no sea tan malo como piensas, al menos si lo comparas con estos peculiares apodos reales. Si merecían o no los epítetos que se les dieron, corresponde a la historia confirmarlo o negarlo. Pero una cosa es cierta: en la Edad Media los hombres perfeccionaron el arte de los apodos y se aseguraron de que tuvieran un extraño sentido del humor y una marcada ironía.
Los títulos reales y apodos asignados a estos líderes dicen mucho sobre los rasgos que los definían, dejando de lado lo mucho que se les respetaba – o despreciaba. Sin embargo, la mayoría de estos apodos resultan hilarantes.
Carlos el calvo.
Carlos fue rey del Oeste de Francia, monarca de Italia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico entre el año 875 y 877 (bajo el título de Carlos II). Como podría esperarse del nieto de Carlomagno, no era calvo – el apodo era un epíteto irónico a su frondosa cabellera.
Constantino el cagón.
Constantino V fue un emperador bizantino entre el 741 y el 775. Sus enemigos difundieron el rumor de que había defecado en la pila bautismal y embarrado la ropa cuando lo bautizaron con la tradicional inmersión. Parecería un golpe bajo, pero tales enemigos recientemente habían sido traicionados por “Constantino Coprónimo”, por lo que apodarlo cagón está muy bien justificado.
Harald el piojoso.
Harald Fairhair fue descrito por los historiadores medievales como el primer rey de Noruega, en un reinado que se extendió desde el 872 al 930. La leyenda apunta que Harald se negó a cortarse el cabello hasta que lo nombraron rey. Esto le tomó aproximadamente una década, por lo que en una época donde la higiene era sumamente cuestionable, se presumía que su cabeza albergaba a miles de piojos.
Juan II de Cleveris “el hacedor de bebés”.
El duque Juan II gobernó Cléveris desde 1481 hasta su muerte en 1521. Recibió ese apodo debido a que procreó a 63 hijos ilegítimos antes de su matrimonio, cuando se casó con Matilde de Hesse con quien tuvo tres hijos “legítimos” más.
Guillermo “el más grande libertino de la época”.
Guillermo III fue rey de Países Bajos y Gran Duque de Luxemburgo desde 1849 hasta su muerte en 1890. Este fue otro “gran entusiasta de las relaciones extramaritales”. Aparentemente, The New York Times fue el primero en referirlo como “el gran libertino”.
Enrique el impotente.
Enrique IV gobernó Castilla entre 1454 y 1474. Enrique aseguraba que la impotencia jamás le había permitido consumar su matrimonio de 13 años con su prima-esposa Blanche. Sin embargo, las prostitutas locales aseguraban que el hombre funcionaba bien. Pese a esto, Enrique le echaba la culpa a una maldición y se casó con otra prima con quien procreó a su primer hijo, aunque existía el rumor de que no era realmente su padre. Posteriormente, las crónicas sobre el reinado de Enrique IV fueron reescritas por su media hermana, por lo que su historia es un poco complicada.
Bermudo el gotoso.
Bermudo II el gotoso fue el primer rey en Galicia, una entidad política al suroeste de Europa, y monarca del Reino de León hasta 999. Evidentemente, el hombre sufría de gota – una compleja forma de artritis. Su enfermedad evolucionó tan mal en sus últimos años, que en cierto punto lo incapacitó para montar a caballo.
Sebastián el rey virgen.
Sebastián I fue gobernante de Portugal y Algarve entre 1557 y 1578. En defensa de Sebastián, debemos aclarar que literalmente era un bebé cuando lo coronaron. Cuando llegó a los 20 años se convirtió en un hombre alto, delgado y rubio, pero también en un devoto jesuita, y aparentemente las únicas mujeres que lo rodeaban eran sus familiares. Jamás se casó y murió joven en batalla.
Boleslaw boca chueca.
Boleslaw III fue Duque de la Pequeña Polonia, Silesia y Sandomierz así como rey de Polonia entre 1107 y 1138. Alguien habría escrito, “tiene la boca por uno de los lados ligeramente doblada, y por esto lo llamaron “Boca chueca”; sin embargo, esto no estropea su cara, incluso le agrega un poco de encanto”.
Wilfredo el peludo.
Wilfredo gobernó como Conde de Urgell y Cerdeña desde el 870, Barcelona, Girona y Besalú desde el 878, y Ausona desde el 886. Cuando uno observa la escultura de Wilfredo en la catedral de Barcelona rápidamente queda claro el motivo de su apodo: parece que el hombre lleva puesto un traje hecho enteramente de pelo.
Ugolino el caníbal.
Ugolino della Gherardesca fue el conde de Donoratico durante el siglo XIII, así como un político y miembro de la nobleza en Italia. Frecuentemente acusado de traición, su historia es contada en la Divina comedia de Dante. En resumen, se dice que canibalizó a su propio hijo mientras ambos estaban prisioneros – aunque la evidencia forense posterior desacredita esta versión.
Baldwin el leproso.
Baldwin IV, el rey leproso, gobernó en Jerusalén desde el año 1174 hasta su muerte. Le diagnosticaron la lepra cuando todavía era un niño, al darse cuenta que no podía sentir dolor mientras jugaba con sus amigos.
Robert el cornudo.
Robert Devereux, tercer Conde de Essex, fue un miembro del parlamento y soldado inglés durante la primera mitad del siglo XVII. Se casó a los 13 años (con una niña de 14), e inmediatamente se embarcó en un viaje por Europa que duró dos años. A su regreso, encontró que su esposa estaba teniendo una aventura, por lo que Robert culpó a su impotencia, pero se convirtió en el hazmerreír de su mujer durante las audiencias de divorcio. Sin embargo, Robert tuvo su venganza cuando su ex esposa y su nuevo marido fueron acusados de asesinato. Robert formó parte del jurado y los sentenció a la pena capital.
Alberto el peculiar.
Alberto VI de Austria fue Duque desde 1395 hasta 1404. No se hace inmediatamente obvio el motivo de que lo hayan apodado “peculiar”, pero la historia lo describe como un sujeto que solía pelear con su familia de forma exagerada, de ahí su estatus de oveja negra.
Claudius el tartamudo.
Tiberius Claudius Caesar Augustus Germanicus fue emperador de Roma entre el año 41 y el 54. Además, fue tío del famoso Calígula. Y la tartamudez no era el único problema de Claudius: también era cojo, ligeramente sordo y babeaba de forma excesiva cuando se enojaba.
Robert el pequeño sabueso.
Robert Cecil fue un estadista inglés destacado por su habilidosa dirección durante la Unión de las Coronas, sirviendo de 1596 a 1612. Además, fue uno de los principales descubridores de la Conspiración de la pólvora, que culminó con el arresto de Guy Fawkes’ el 5 de noviembre de 1605. Desafortunadamente, Robert era un hombre de baja estatura (1.6 metros) y tenía una joroba, lo que propició que el rey Jacobo I de Inglaterra lo apodara “pequeño sabueso”.
Piero el desafortunado.
Piero di Lorenzo de Medici fue el Gran maestro de Florencia entre 1492 y 1494. Era un hombre débil, arrogante e indisciplinado – pero como su padre había sido nombrado Lorenzo el magnífico, se le dio la oportunidad de convertirse en líder. Lo arruinó por completo, al grado de que la ciudad de Florencia terminó saqueando el castillo de la familia obligando a todos a exiliarse.
Vseslav el hombre lobo.
Vseslav de Polotsk fue gobernante de Polotsk y brevemente Gran Príncipe de Kiev entre los años de 1068 y 1069. De acuerdo con los registros históricos, Vseslav fue concebido a través de la hechicería y nació con un trozo de placenta pegado a su cabeza. De acuerdo con su sabiduría, los hechiceros le recomendaron a su madre que lo dejara como estaba, pues era de buena suerte. En otra de las versiones sobre su historia lo describen como un hombre con la capacidad de transformarse en lobo, pero definitivamente la parte de la placenta es la más interesante.
Lulach el tonto.
Lulach mac Gille Comgaín fue apodado “el tonto”, a pesar de que se las arregló para coronarse como rey de los escoceses en 1057. Como hijastro de Macbeth, Lulach fue el primer rey de Escocia sobre el que se escribieron registros de coronación, aunque su reinado fue bastante débil, y terminó siendo asesinado poco antes de cumplir un año en el cargo.
Justiniano nariz cortada.
Justiniano II “nariz cortada” fue el último emperador romano oriental de la dinastía heracliana. Gobernó entre el 685 y el 695, ascendiendo al trono a la temprana edad de 16 años. Justiniano reaccionó de forma pobre ante la oposición, además que le faltaba el encanto de su padre que había gobernado antes que él. Empezó a instaurar políticas que todos odiaban, hasta que finalmente fue derrocado y su nariz cortada.
Relacionados
El artículo 20 de los apodos reales más embarazosos fue publicado en Marcianos.
La entrada 20 de los apodos reales más embarazosos aparece primero en http://ift.tt/2Cr0SsX
0 comentarios:
Publicar un comentario