El día 22 de junio de 1961 pintaba para ser otro más en la cotidiana vida de la familia Edgington, pero inesperadamente se convirtió en su peor pesadilla. En esa fecha, el pequeño Richard Edgington, de cinco años de edad, jugaba frente a su casa ubicada en un tranquilo vecindario de Nueva York cuando una chica se le acercó.
La adolescente lo invitó a dar un paseo, pero el pequeño había aprendido, gracias a la insistencia de sus padres, que era malo salir con desconocidos. Después de negarse, la chica lo tomó del brazo y amenazó con ahogarlo. Sin más opciones, el pequeño se dirigió a pie con ella hasta el Zoológico Buffalo.
Mientras recorrían las vías férreas, la adolescente divisó un pequeño charco de agua y le dijo al pequeño Richard: “aquí mismo te voy a ahogar y jamás volverás a ver a tus padres otra vez”. Evidentemente era imposible hacer eso con tan poca cantidad de agua, pero la amenaza resultó lo suficientemente efectiva como para asustar al niño.
De forma totalmente inesperada, la chica le facilitó algunas golosinas, le quitó la ropa y lo amordazó. Con una bolsa de plástico que se encontró en el camino lo tomó por el cuello y lo ató a las vías del tren.
Pero la historia de Richard no terminó de forma trágica: a pesar de que era muy pequeño, logró librarse de la mordaza, rompió la bolsa de plástico, se soltó de las amarras y salió corriendo. Una mujer que pasaba por el lugar se extrañó al ver la escena y la comunicó a la policía.
Si Richard logró actuar para salvar su vida, otro niño no tuvo la misma suerte.
Las otras víctimas.
Tiempo antes de que la justicia empezará a armar este macabro caso, una pequeña llamada Susan Benedict, también de cinco años, había sido atada casi en la misma ubicación que Richard el día 23 de abril. Afortunadamente, la policía localizó a la niña con vida y, como ambos casos siguieron un modus operandi, sabían que la delincuente volvería a atacar.
Tan solo un día después de haber secuestrado a Richard, la misteriosa adolescente raptó a otro niño: Andrew Ashley. Había salido de su casa a jugar con un vecino, pero jamás llegó al punto de reunión.
Según la familia, el niño de tres años y medio salió de su casa a las tres de la tarde y nadie notó su ausencia hasta las seis de la tarde. Apenas se dio aviso a la policía, los oficiales salieron por el barrio buscando pistas de puerta en puerta. Sin éxito, empezaron a preocuparse: a diferencia de los casos previos, ya había pasado mucho tiempo desde la desaparición.
Andrew Ashley apareció en la primera plana de los periódicos y toda la ciudad colaboraba para localizar al pequeño. Una testigo apareció e informó a la autoridad que había visto al niño desaparecido caminando con una mujer en dirección al zoológico. Tras este informe, otras personas aseguraron haber atestiguado la misma escena, pero la descripción de la criminal era muy diferente a la esperada: su apariencia sugería que tenía entre 28 y 40 años.
La búsqueda se extiende.
El FBI tomó la investigación y los oficiales decidieron seguir algunas de las pistas de la desaparición de Richard, principalmente la parte donde ella hablaba de ahogarlo. Enviaron un equipo de búsqueda al Parque Delaware y procedieron a inspeccionar el lago del lugar.
Mientras tanto, otro intento de secuestro alertó a los oficiales locales: la señora Palermo relató que una chica había intentado llevarse a su hija Elizabeth, de apenas seis años. La mujer intentaba dar seguimiento a la criminal cuando encontró a Robert Brown asegurándola. Según Brown, la adolescente también había intentado llevarse a su hija Patty, de 5 años.
Ya a disposición de la policía, la adolescente mintió sobre su nombre y dirección, pero terminó revelando su identidad: Chyrel Jolls. Pese a su extraña actitud, los investigadores creyeron que la chica no tenía ninguna conexión con la desaparición de Andrew, pues la sospechosa rondaba los 28 años, según los testigos. Así que la dejaron en libertad.
Una llamada sospechosa.
Al día siguiente, la madre de Andrew recibió una llamada donde una mujer afirmaba que su hijo había sido localizado y estaba bien. Cuando se contactó con la policía supo que, desafortunadamente, la llamada no provenía de ellos. El FBI logró rastrear el lugar de origen de la llamada y descubrió que la responsable era nada más y nada menos que Chyrel Jolls.
La adolescente aseguró que su única intención era consolar a la madre y que todo aquello no era más que una broma. Sin embargo, la falta de comunicación hizo que los oficiales del FBI ignoraran que la chica había sido interrogada el día anterior por la policía local. Otra vez Jolls quedó en libertad.
Un cadáver y unas pistas.
Pocos días después encontraron el cuerpo sin vida del pequeño Andrew Ashley en el lago del parque Delaware. Lo habían atado y amordazado como a los otros niños pero, esta vez, la criminal había cumplido su amenaza de ahogarlo.
Con los primeros raptos y la muerte de Andrew confirmada, la policía divulgó que el mismo criminal era responsable por la desaparición de los otros niños y alertó a los padres sobre la gravedad del asunto.
Un retrato hablado basado en los datos proporcionados por Richard Edgington fue publicado en los periódicos locales y Robert Brown, así como la señora Palermo, cuyos hijos casi son raptados, afirmaban que la policía debía ir tras Chyrel Jolls. Pese a que les pareció algo extraño que una adolescente de 15 años fuera sospechosa de asesinado, la policía decidió vigilarla.
Chyrel fue llamada nuevamente a interrogatorio, y como en las veces pasadas negó tener participación alguna en los secuestros. Incluso afirmó que la policía la estaba asechando. Fue entonces que decidieron ponerla cara a cara con el pequeño Richard, que rápidamente reconoció a su captora.
En su casa, los oficiales encontraron recortes de periódico con detalles sobre las investigaciones, además de un mapa con el título “el camino que recorrí el último viernes”.
Descubriendo el pasado de Chyrel Jolls.
Cuando inspeccionaron los antecedentes, la policía encontró que Chyrel había pasado por una terapia de electrochoques durante su infancia. También presentaba un retraso cognitivo respecto a otros adolescentes de su edad: a los 15 años, cursaba el 7º grado.
Era una niña adoptada y había pasado gran parte de su infancia en orfanatos, también era sospechosa de haber provocado un incendio en uno de estos lugares a los 12 años.
Un familiar, de la familia que en esa época tenía la custodia de Chyrel, afirmó que notó algunos comportamientos extraños en la niña y que en cierta ocasión encontró a su hijo atado después de haber pasado algún tiempo con la joven.
El juicio.
Chyrel Jolls fue internada para recibir atención psiquiátrica y finalmente llegó a confesar los secuestros. Sin embargo, aseguró que dejó a Andrew en tierra y que el niño pudo haber entrado al lago y muerto ahogado.
El día 2 de agosto de 1961, Chyrel fue indiciada y enviada al Hospital Estatal Matteawan para criminales con enfermedad mental. En 1969 dos médicos testificaron y aseguraron que la mujer no era psicótica, pero que ser objeto de un juicio podría sacarla de control y acabar con todo el trabajo realizado a lo largo de ocho años.
El tribunal aceptó la solicitud, retiró todos los cargos contra la ya mujer y fue puesta en libertad dos años más tarde. ¿Qué fue de Chyrel? Parece que se la tragó la tierra, nadie más llegó a saber de ella.
El artículo Chyrel Jolls, una auténtica robachicos fue publicado en Marcianos.
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